martes, 26 de marzo de 2013

Reportaje a la profesora titular de la cátedra

Hugo Chávez fue un gran promotor de la cultura escrita"


La destacada lingüista Elvira Narvaja de Arnoux es autora, entre otros libros, de El discurso latinoamericanista de Hugo Chávez. En él analiza la forma en que el líder venezolano retoma el imaginario de las guerras de Independencia.

Por: Mónica López Ocón


Los discursos de Hugo Chávez constituyeron una de las características distintivas de su forma de conducción política. Alejados tanto del acartonamiento como de los lugares comunes, establecieron una relación cercana con el destinatario, instituyeron una épica venezolana y latinoamericana destinada a exaltar el sueño bolivariano de la "patria grande" y cumplieron también una función didáctica. La lingüista Elvira Narvaja de Arnoux es autora, entre otros trabajos, de El discurso latinoamericanista de Hugo Chávez, libro en el que aborda las piezas oratorias del líder venezolano desde el punto de vista del análisis del discurso. En él muestra de qué forma su producción discursiva retoma el imaginario latinoamericanista de las guerras de Independencia, se inscribe en los grandes relatos modernos y valoriza de distintos modos la cultura escrita. Narvaja de Arnoux dirige la maestría en Análisis del Discurso de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y desarrolla con su equipo de investigación diversos proyectos referidos a las políticas del lenguaje en relación con la formación de los Estados Nacionales y con los procesos actuales de integración regional y de globalización. En diálogo con Tiempo Argentino, la especialista se refirió a la forma en que se estructura discursivamente la propuesta latinoamericanista de Chávez y su convocatoria a alcanzar una democracia participativa que incluya a quienes históricamente han sido olvidados.


–¿Qué te llevó a analizar como lingüista los discursos de Hugo Chávez?

–En esa elección confluyeron diversos factores: el rechazo a la demonización que se hacía de él, la identificación con muchas de sus posturas políticas, lo que a menudo juega en la elección de los materiales, y la originalidad y riqueza de sus discursos. Ingresé a los discursos de Chávez por una vía que analizo en el último capítulo de El discurso latinoamericanista…: Chávez como lector, Chávez como promotor de la cultura escrita. Tenía que dar una conferencia precisamente sobre lectura y escritura y encontré los textos de Chávez. Empecé a profundizar y me admiró cómo se inscribía en los principios de la ilustración y hablaba desde ellos en una época en la que la cultura escrita raramente es considerada como valor político.

–¿Cómo lo manifestaba discursivamente?

–De las maneras más diversas. Era muy común que llevara libros y que leyera en sus discursos fragmentos de esos libros, que comentara las lecturas que hacía y que recomendara los textos que le parecían significativos.

–En el libro mencionas también escenas de lectura.

–Sí, él recuerda a menudo escenas de lecturas que revelan la importancia que tuvieron en su formación. Resume novelas, algunas insistentemente, como Los Miserables de Víctor Hugo.

–Dice que quien no lee Los Miserables deja sin leer la mitad de la literatura universal. También se refiere al Quijote.

–Sí, y las lecturas aparecen también cuando cuenta de qué modo arma sus discursos. Indica qué parte de textos, va tomando ideas de ellos y así va hilvanando luego su propio decir. Algo que me asombraba era cómo ponía al pueblo venezolano en contacto con un universo discursivo muy amplio en el que aparecían Gramsci, Bourdieu, Marx, Trotsky, Roa Bastos, García Márquez, Rómulo Gallegos, Borges… En sus discursos va entrelazando una serie de pensadores y escritores. Estas referencias dieron lugar en diversas ocasiones a la edición o reedición de obras. Además, en él está presente algo propio de la etapa de formación de los Estados nacionales que es la idea de que el imaginario nacional se construye también por las lecturas compartidas. Por eso, privilegia en su recorrido la producción novelística y poética latinoamericana. La poesía y el canto lo atraen particularmente. Incluso, a veces, recita ciertas poesías que ha leído y luego en su discurso retoma algunos rasgos de aquella ya que tiene una notable sensibilidad a los juegos del lenguaje. Esa importancia que le asigna Chávez a la cultura escrita se evidencia en las sostenidas campañas de alfabetización que implementó Venezuela. Se generó así la convicción de que saber leer y escribir es algo necesario para construir una nueva sociedad, para que sus miembros tomen fundamentadamente la palabra en el ámbito público. Es muy raro encontrar en los dirigentes actuales observaciones acerca de la importancia de la cultura escrita, del imperativo social de alfabetizar. Estos gestos están ligados, posiblemente, al deseo de producir un cambio profundo en Venezuela, industrializar el país, alcanzar un desarrollo autónomo, implementar nuevas formas de participación. Si uno escucha a los dirigentes de base venezolanos, puede comprobar que aparecen en sus discursos referencias a la cultura escrita y a los textos que ha leído el comandante. Es decir que Chávez ha incidido también en los modos en que el pueblo venezolano piensa su relación con la cultura.

–En el libro decís en algún momento que lo que él hace es ponerse en el lugar del intelectual.

–Sí, eso lo mencioné en relación con la matriz del discurso latinoamericanista. Yo había estudiado cómo se construye esa matriz en el siglo XIX. Me había centrado, sobre todo, en una compilación que se hace en Chile en 1862 con motivo de la invasión francesa a México, época en la que se inicia una serie de acciones latinoamericanistas, se crean por ejemplo Sociedades Americanas en distintas ciudades del continente. En esos textos, algunos de los cuales venían de los comienzos de las guerras de la independencia, era posible ver una matriz, es decir, determinadas regularidades. En los discursos generados por esa matriz se planteaba que los gobiernos no hacían nada por la unión de nuestros pueblos y los autores se ubicaban en el lugar del intelectual que enfrentaba a los poderes constituidos. Lo interesante es que, en el caso de Chávez, él era gobierno así que lo que enfrentaba discursivamente era a los gobiernos que históricamente no habían hecho nada por llevar adelante el sueño bolivariano, asumiendo así el papel crítico del intelectual.

–¿Qué otras características tiene esa matriz latinoamericanista?

–Algo que es permanente y que desencadena esa discursividad es la amenaza externa. En un principio, esa amenaza era España, luego fue la Santa Alianza, y Francia en el caso de la invasión a México. Pero progresivamente ese lugar lo va ocupando Estados Unidos. El discurso latinoamericanista de Chávez señala claramente a Estados Unidos como la amenaza externa tanto militar como económica. Hay otro rasgo de Chávez que también corresponde a esa matriz latinoamericanista y que es lo que llamo el componente programático. Como otros discursos similares, los de Chávez tratan de responder a todas las problemáticas asociadas con la integración regional. De allí que proponga, en relación con los medios, Telesur, un banco del Sur, empresas conjuntas de energía, explotación en común de los recursos naturales, intercambio científico y tecnológico, intercambio de estudiantes de grado y posgrado… Hay en él una preocupación por diseñar un programa que cubra todas las áreas de la vida social. Esto era algo constante también en los textos del siglo XIX que mencioné antes. Trabajé, por ejemplo, un texto de Alberdi, la memoria que hace sobre la conveniencia de un congreso general americano, y ahí el componente programático se despliega también en diversas áreas: la función de las fronteras, de las aduanas, el intercambio económico, la revalidación de los títulos, la producción editorial, el diseño de las ciudades, los cultivos y la ganadería, la ciudadanía… Hay otro aspecto que aparece con fuerza en Chávez y es la convicción de que somos una gran nación, una patria grande, que todo nos une y que esa unidad viene de lejos. Lo que nos quedaría como tarea histórica, entonces, es construirla políticamente.

–En relación con los discursos de Chávez, vos trabajás en el libro la noción de "cronotopo bolivariano" ¿De qué modo podría explicarse ese concepto?

–En los textos de Chávez aparece repetidamente y en relación con diversas figuras la articulación de tiempo y espacio. Fundamentalmente, la idea de que el tiempo de la revolución y la independencia abierto hace 200 años se va a cerrar cuando América Latina esté unida. En ese tiempo-espacio amplio los héroes de la independencia son seres próximos a nosotros y recibimos de ellos el mandato de realizar la tarea histórica. ¿Por qué esa representación es posible y cuál es su función política? Creo que hay que explicarlo en relación con los procesos en marcha. En la etapa actual, el capitalismo, por su propia dinámica económica, necesita construir espacios más amplios que los viejos Estados nacionales. Esto lleva a que se conformen integraciones regionales. Si estas quieren alcanzar una dimensión política deben desarrollar un imaginario común que permita que desde Cochabamba, Brasilia o Buenos Aires se pueda participar en diferentes instancias representativas comunes. El aporte de Chávez es ayudar a construir ese imaginario de la patria grande, de la nación que soñaron los héroes. Sabe que esto se activa muy fácilmente porque está presente en los movimientos nacionales y populares del continente. También sabe que el sentido que se le dé a la integración va a depender de la lucha política, en la que nos impulsa a participar.

–El discurso de Chávez, según explicás, forma parte de los grandes relatos modernos y agregás que eso que constituye su fortaleza significa también su debilidad. ¿Por qué?

–Los grandes relatos modernos conjugan una crítica radical de la sociedad y una voluntad de cambio que se desplaza fácilmente hacia el discurso utópico. En la etapa de la globalización esos discursos son raros y generan cierto efecto de anacronismo y extrañeza. El discurso de Chávez los produce pero en la medida en que enuncia las tareas no realizadas que las revoluciones democráticas habían planteado y las designa como objetivos de gobierno –la difusión del conocimiento, por ejemplo– actualiza la fuerza persuasiva de aquellos relatos . Uno de mis deseos fue explicar por qué ese discurso no sólo es posible sino también aceptado por amplias mayorías y a qué requerimientos de la sociedad responde.

–Chávez logró instalar ese discurso "anacrónico" según se pudo ver en estos días a través de los jóvenes venezolanos que hicieron propio ese legado de los héroes de la independencia.

–Sí, él hizo un trabajo ideológico muy intenso pronunciando innumerables discursos en diferentes ámbitos, participando en Aló presidente, interviniendo en reuniones de diverso tipo que eran transmitidas por los medios. De esta manera logró formar a las nuevas generaciones venezolanas y a los cuadros políticos. Algo que en su momento me llamó la atención y que no está en el libro sino que lo trabajé después, es cómo él construye el objeto "socialismo del siglo XXI" y logra que se constituya en motivo de debate en la sociedad venezolana y que sea asumido como proyecto por importantes sectores, incluso fuera de su país. Abordar los discursos de 2004 a 2008 me permitió ver cómo lo iba conformando, cómo articulaba la tradición socialista con la propia de las revoluciones democráticas, cómo vinculaba el socialismo con los valores de libertad, igualdad, fraternidad, democracia auténtica, solidaridad, cómo lo oponía moralmente al capitalismo. Otro aspecto interesante es el juego con las designaciones que muestra las vacilaciones primeras. Chávez refiere un diálogo con Fidel Castro en el que este le dice significativamente que aquello que Chávez llama bolivarianismo puede llamarse cristianismo y que para los cubanos es socialismo. Este es el término que se va a imponer sin dejar de lado aquello a lo que los otros dos remiten. La convicción de que el socialismo es un camino que debe ser pensado entre todos se manifiesta en los diferentes nombres que se le van dando: entre otros, socialismo del siglo XXI, socialismo venezolano, socialismo bolivariano, vía venezolana hacia el socialismo. Todas estas son formas de nombrar ese objeto que él logra instalar como referente de las discusiones políticas y como consigna popular.

–En relación con la estructura de los discursos de Chávez, hablás de un dialogismo generalizado expuesto. ¿A qué te referís exactamente?

–Por un lado, en sus discursos hay una interpelación permanente al otro, que puede ser el que forma parte del auditorio próximo o aquel al que llega a través de los medios. También ese dialogismo se manifiesta en las distintas voces que pueblan sus discursos: voces anónimas, modos de hablar, citas, proverbios, canciones populares, expresiones que provienen de otros espacios, textos literarios o científicos. Por otra parte, incluye diálogos en su propio discurso e instaura un juego permanente de reformulaciones, tanto reformulaciones de lo que va diciendo como de textos de otros. En el libro analicé, por ejemplo, la reformulación de los juramentos de asunción al cargo de presidente. Habitualmente los juramentos son fórmulas que se respetan porque le dan validez al acto. Chávez, en cambio, modifica ese juramento, dice solo aquello de lo cual está convencido. Por ejemplo, en el primero agrega un adjetivo al término "constitución" de la fórmula, dice "juro sobre esta moribunda constitución", ya que está decidido a reformarla. En el segundo va a expandir la fórmula propuesta acentuando el compromiso político: "Entregaré mis días y mis noches y mi vida entera a la construcción del socialismo venezolano." Hay en esta reformulación del texto que le presentan un gesto desacralizador, la voluntad de proferir una palabra verdadera aunque se resientan los modos institucionales aceptados.

–El recurre además a elementos que no coinciden con la imagen convencional de un político, sobre todo de los políticos neoliberales para los cuales la política se reduce a un gerenciamiento. Estos elementos son, por ejemplo, el afecto, la relación de paridad con la gente del pueblo.

–Sí, esos son rasgos muy marcados, la afectividad le permite comprender al otro y acercarse emocionalmente a los que lo rodean. Leyendo o escuchando sus discursos construimos la imagen de una persona que, si bien tiene una férrea voluntad política y objetivos claros, tiene también una bondad y generosidad poco comunes. Se dice que la sensibilidad es la expresión suprema de la inteligencia y Chávez era una persona muy inteligente y de una notable sensibilidad, lo que explica el vínculo que logró construir con el pueblo venezolano. Esto es un rasgo de su carácter pero también es un rasgo político. Estuve leyendo otra vez el último discurso de Hugo Chávez del 8 de diciembre de 2012. Es muy conmovedor porque en él anuncia la posibilidad de su inhabilitación, en cierta medida del riesgo de muerte. Me interesó porque en todos los homenajes que se le han hecho está presente la figura de Chávez como padre y en ese discurso realmente ocupa el lugar de padre, es decir de alguien que está más preocupado por el sufrimiento que puede causar en los otros el anuncio que va a hacer que por su propio sufrimiento. Todo tiende a justificar la necesidad de designar su sucesor, lo que implica la gravedad de la situación. Pero esto será dicho al final, y a lo largo del discurso va tratando de atenuar el impacto que su mensaje puede generar. De allí las digresiones de distinto tipo que cortan el relato de su enfermedad, que si bien son propias de su estilo retrasan en este caso lo terrible del anuncio. Por ejemplo, al comienzo hace una referencia a una película de Travolta y cuenta que él bailaba la lambada. Además, se ríe e interpela a sus compañeros, habla de una compañera presente que también la bailaba. En otro momento, se refiere a episodios de su juventud compartidos por algunos de los presentes. A medida que avanza, las digresiones van tomando un tono político cada vez más marcado que refuerza con el canto de un fragmento de una canción patriótica que escuchó de niño. Recuerda las innumerables batallas que el pueblo ha dado, señala el impacto que la revolución bolivariana ha tenido en diferentes ámbitos, valora el liderazgo colectivo que se ha alcanzado, define los mayores logros, insiste en la importancia de las alianzas estratégicas. Finalmente enuncia otra vez el mandato de unidad para garantizar la continuidad del proceso y contrasta la situación de Bolívar antes de su muerte con la de la Venezuela actual, del "yo no tengo patria" del prócer al "hoy tenemos patria". En este último mensaje al pueblo esquematiza los aspectos centrales de la revolución bolivariana y orienta la acción futura. La emoción que atraviesa el discurso acentúa como en otros casos su fuerza persuasiva. «


El discurso lationamericanista

El lugar del intelectual

"Otra forma de ocupar, en el dispositivo enunciativo que construye, el lugar del intelectual en su representación más clásica del que lee, interpreta críticamente y propone pedagógicamente lecturas diversas. Esto tiene un desarrollo notable que se manifiesta, como señalamos antes, en los distintos modos de valoración de la cultura escrita. En su intervención ante responsables de alto nivel de su partido, el 2 de noviembre de 2004, en el Teatro de la Academia Militar –fiel al imperativo ilustrado de adquirir y expandir un saber lo más amplio posible a la vez que autónomo y crítico para poder actuar sobre la sociedad– hace observaciones como las siguientes:

'Los Miserables, de Victor Hugo, novela monumental, el que no haya leído esta novela no ha leído la mitad de la literatura universal, yo les recomiendo que la lean y sobre todo nosotros que estamos metidos en esta batalla.

El año que vien se cumplen cuatrocientos años de la publicación de Don Quijote de la Mancha. Yo ya comencé a leer, a releerlo, vamos todos a leer el Quijote.Esa es una obra universal y es lo más profundo, en mi criterio, de la literatura ibérica, que además nos recoge mucho a nosotros, a Bolívar que fue un Quijote. ¡Cuánta sabiduría hay en el Quijote! Vamos a popularizarlo.

Les recomiendo que lean filosofía, porque ahí está la clave, la explicación de lo que es y lo que debe ser el ser humano. Claro, hay textos complejos que nadie entiende, pero hay textos de filosofía que son muy claritos y fáciles de entender'. (...)


La amenaza militar económica

"En la matriz, lo que desencadena el imaginario independentista es la amenaza militar externa, que es también guerra económica y desestabilización política. De allí la enérgica apelación a la unidad y la advertencia acerca de estrategias imperiales que no son sólo militares.

En Chávez la amenaza militar-económica es denunciada permanentemente:

'No permitamos que un puñado de países intente reinterpretar impunemente los principios del Derecho Internacional para dar cabida a doctrinas como la Guerra Preventiva, ¡vaya que nos amenazan con la guerra preventiva! y la llamada ahora "Responsabilidad de proteger", pero hay que preguntarse quién nos va a proteger, cómo nos van a proteger'. (Asamblea General de Naciones Unidas, 15 de septiembre de 2005).

Incluso se sataniza la figura del que metonímicamente remite al imperio:

El Diablo está en casa, pues. El Diablo, el propio Diablo está en casa, Ayer vino el diablo aquí en este mismo lugar. Huele a azufre todavía esta mesa en la que me ha tocado hablar. Ayer, señoras, señores, el señor presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo "el diablo", vino aquí hablando com dueño del mundo. (ONU, 29 de septiembre de 2006)."

La necesidad de desmontar un aparato hipócrita lo lleva a recurrir a figuras primarias, casi infantiles, lo que por su propia anomalía en ese recinto rompe con las bases ideológicas generadoras de la discursividad del otro.

El enemigo externo se articula con el interno, a cuyo servicio está, siguiendo la dinámica propia del imaginario nacional. En Chávez, la nación latinoamericana en cada uno de sus repúblicas sufre lo mismo:

'Allá en Buenos Aires, alguna gente dice que no conviene la relación de Argentina con Chávez.

Ah, estoy seguro de que esos son los que se entregaron al imperio norteamericano y los que permitieron el saqueo de la gran patria Argentina, estoy completamente seguro de que son los mismos; como aquí ocurre con los voceros de la oligarquía apátrida que había entregado nuestro país, que había entregado la faja del Orinoco con el país, que habían saqueado las riquezas de Venezuela durante muchísimo tiempo. Yo le comentaba al presidente y a su delegación, que las empresas gringas y el mundo llamado del norte, pues, tenía clasificada la Faja Petrolífera del Orinoco como Faja no petrolífica sino faja bituminosa, con el cuento y todo un razonamiento técnico de que esto que hay aquí no es petróleo (...) Y habían logrado con la complacencia de la gerencia petrolera venezolana, habían logrado el reconocimiento de aquella tesis y por lo tanto que había que vender ese bitumen al precio del carbón, y ya habían comenzado, no pagaban impuestos. (Faja Petrolífera del Orinoco, 21 de febrero de 2007).'

Los sintagmas repetidos, propios de la formación discursiva –oligarquía apátrida, saqueo del país, complacencia del enemigo interno– activa la matriz y asigna sentido histórico a los hechos referidos."


De El discurso latinoamericanista de Hugo Chávez, Elvira Narvaja de Arnoux, Editorial Biblos.

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