viernes, 28 de agosto de 2015

para seguir pensando SAUSSURE (2)

Diccionario de palabras que no existen

Los japoneses llaman 'tsundoku' a comprar un libro y no leerlo y los ingleses no sabrían decir 'friolero'. Una autora ha reunido las mejores palabras intraducibles del mundo

Que nos cueste encontrar una palabra adecuada no quiere decir que no exista sino que, simplemente, no la hay en nuestro idioma. Si un castellano parlante quiere expresar la frustración que le provoca alguien con el que ha quedado y que le está haciendo esperar, tendría que usar una frase entera (o, en ese complemento verbal tan ibérico, hacer un gesto exagerado); sin embargo, los inuit, indígenas de las zonas árticas de Groelandia, Canadá y Estados Unidos, resumen este sentimiento con una sola palabra: iktsuarpok. Asimismo, el valiente español que quiera admitir que el dolor de otros le produce algo de placer (algo que pasa frecuentemente, como cuando miramos desde casa cómo la lluvia empapa a la gente en la calle; aunque también hay quien celebra que un patinador artistico se caiga o que el empollón de la clase saque un suficiente) tendría que explicarse con cuidado, cuando un alemán solo tiene que alegar que siente schadenfreude. Si alguien nos sonríe sin simpatía, estamos obligados por el idioma a llamarlo sonrisa igual, cuando los ingleses pueden cambiar el smile (sonrisa, propiamente dicho) por smirk (sonrisa con la boca medio cerrada, como de listillo) o grin (más asociada a alguien que está pasmando y se le ha quedado la sonrisa en la boca como un rictus).
Las carencias no son, evidentemente, algo único del castellano. Es más, la diseñadora gráfica Anjana Iyer ha recogido, en una serie de ilustraciones llamada Found in Translation, una treintena de palabras casi imposibles de traducir al idioma de Shakespeare (ni en el de Cervantes, de paso). Curiosamente, muchas de ellas describen sentimientos. Mamihlapinatapei habla en yagán, idioma de una tribu indígena de Chile, de una mirada entre dos personas que desean iniciar algo pero no son capaces de juntar el valor necesario para dar el primer paso. En alemán, waldeinsamkeit describe la sensación de estar solo en un bosque y fernweh la de echar de menos un lugar en el que nunca se ha estado. Las hay más cursis como gokotta,que en sueco quiere decir levantarse pronto por la mañana con el propósito de escuchar el canto de los primeros pájaros.
También hay bastantes japonesas. Por ejemplo, age-otori quiere decir que has quedado menos favorecido tras cortarte el pelo;tsundoku es comprar un libro y no leerlo, y komorebi es la luz del sol que se cuela entre las hojas de los árboles. También hay alguna palabra española que no encuentra su equivalente en inglés, comofriolero. Aunque no es la única difícil de expresar en la lengua de Shakespeare.
Que una expresión exista en un idioma y en otro no se debe simplemente a una cuestión de necesidad. El finlandés tiene la palabra tokka para referirse a una manada de renos y es bien sabido que los inuits tienen decenas de palabras para diferenciar distintos tipos de nieve y tonalidades de blanco. Este fenómeno se conoce en antropología como vocabulario focal, es decir, el léxico de un grupo social se desarrolla en función de su cultura, su entorno… Así, los alemanes, conocidos consumidores de cerveza, tienen unas 70 palabras para describir esta bebida y los estadounidenses cuentan con decenas de sinónimos para hablar de coches y dinero (es llamativo que esta flexibilidad estadounidense haya llegado a España por la vía del doblaje, que traducía la expresión bucks por su significado literal,pavos: ahora en según qué círculos se llama como esa ave a los euros).

Gestos con diferentes significados
También los gestos se prestan a la confusión, más aún cuando se trata de expresión corporal. Los gestos, como todo lenguaje, se estructuran según códigos interpretables por el grueso de la población y así lo ha evidenciado Paul Ekman, catedrático de psicología de la Universidad de San Francisco y uno de los investigadores más reputados en el campo de la comunicación no verbal. Sin embargo, también a la hora de expresarnos con las manos existen diferencias culturales e incluso los gestos más comunes, los gestos simbólicos, pueden dar lugar a interpretaciones erróneas.

Para reducir al mínimo estas brechas comunicativas, sobre todo porque en los albores de la globalización económica necesitábamos aprender que hay países más cariñosos que otros, surgieron manuales de protocolo útiles hasta para el más común de los mortales: Kiss, Bow, or Shake Hands (The Bestselling Guide to Doing Business in More than 60 Countries), de Terri Morrison y Wayne A Conaway, es el la biblia de las guías sobre cómo superar las diferencias culturales. pero el más reciente Don't Get Me Wrong!: The Global Gestures Guide, de Julia Grosse. Este último, centrado únicamente en cómo un gesto tan común como por ejemplo los cuernos puede ser admirable en Estados Unidos y ofensivo según el contexto en España, ha recopilado gestos de hasta 50 países, de Australia a Zimbabwe, para dar cuenta de las diferencias de nuestra comunicación no verbal.
Alzar pulgares
Todo va bien cuando haces este gesto en países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Corea del Sur, Sudáfrica y, por supuesto, España. En Francia, Polonia y Suiza levantar el pulgar es un gesto matemático, ya que señala una unidad de cualquier cosa; pero ojo si se te ocurre elevar un centímetro ese dedo en Grecia, Afganistán, Irán o Iraq, ya que se considera un insulto. Peor aún si elevas ambos: el bilakh es de lo más grosero para un iraquí. Es como la peineta (¿para cuándo un nombre menos ridículo para un término tan ofensivo?) persa.

Cuestión de cuernos

En Italia, Brasil, Portugal, Colombia y por estas latitudes hay que vigilar a quien se le dedica este gesto y alza el índice y el meñique a la vez, ya que podrían correr peligro sus votos matrimoniales. El cornudo es un paria en el arco mediterráneo (y algo más al oeste), pero los cuernos en manos de roqueros lo único que pretenden es que se le dé más caña a la guitarra.
Pulgar e índice unidos a veces no es ok
El gesto perfecto para canadienses, mexicanos, suizos, estadounidenses y gran parte del área norte del globo terráqueo. Sin embargo, tanto en Brasil como en Turquía el círculo que forman ese pulgar e índice unidos por sus extremos se considera obsceno, ya que recuerda a uno de los orificios menos insignes de nuestro cuerpo.

Crucemos los dedos

El clásico gesto de buena suerte está muy mal visto en Vietnam y otros países surasiáticos ya que los dedos cruzados simbolizan las piernas cruzadas femeninas y, por extensión, su sexo.

Juntar todos los dedos a la vez

Es uno de los gestos más característicos de los italianos, que tanto viene a preguntarnos qué queremos de manera paciente como nos invita a desaparecer del mapa. En Congo significa algo pequeño; en Turquía, que una cosa es bonita o buena; mientras que en Egipto nos invita a que esperemos un momento a ser atendidos.

Besos y saludos

Mientras que en Reino Unido y Estados Unidos besar en la mejilla para saludar se le permite a familia y amigos cercanos, los franceses han hecho de su faire la bise una cuestión nacional. Más al norte, en Holanda, Bélgica y Suiza, en vez de dos, se saludan con tres besos; y más al sur y al este, en Oriente Medio, el beso en la mejilla está reservado sólo al saludo entre hombres. Los zurdos han de saber que en Arabia Saudí y otros países islámicos la mano izquierda, utilizada habitualmente para la limpieza corporal, se considera sucia y es una falta de educación saludar o comer con ella.
V de ¿victoria?
Triunfalista o pacifista, los dedos índice y corazón han pasado a nuestro imaginario colectivo gracias a los medios como símbolo de cierto buenrollismo. A la inversa que en Reino Unido, Irlanda y otros países de la Commonwealth como Australia y Nueva Zelanda, donde significa todo lo contrario: no sólo es un signo grosero, sino también un desafío a la autoridad cuando el dorso de la mano mira hacia quien se quiere ofender. Piensen en Churchill y luego en Sid Vicious.

Barbillas afiladas

Los belgas, franceses, italianos transalpinos y tunecinos envían a tomar viento a la gente acariciando con gesto amenazante su barbilla. En Francia, no obstante, se trata de un gesto que enfatiza la caradura de ciertos sinvergüenzas, pero en la Italia meridional tocarse la barbilla de dentro hacia fuera es un simple y rotundo no.

Pulgar e índice como una pistolita


Para prácticos, los habitantes de Bélgica, Liechtenstein y Holanda donde este gesto no significa nada más que una pareja, un dos. Y como curiosidad, en China la pistolita se multiplica por cuatro y es símbolo del número ocho. Por el contrario, en Italia es señal de que las cosas no funcionan. Por algo aquí también vemos en ese gesto la imagen de un gatillazo.

para seguir pensando SAUSUURE

"He olvidado la palabra que quería pronunciar y mi pensamiento, incorpóreo, regresa al reino de las sombras."

Ósip Mandelstam
(citado en Lev Vygotsky, "Pensamiento y Lenguaje")

una ciencia de los signos

Afirma Saussure: "Se puede, pues, concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social. Tal ciencia sería parte de la psicología social, y por consiguiente de la psicología general. Nosotros la llamaremos semiología (del griego sēmeîon 'signo'). Ella nos enseñará en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan. Puesto que todavía no existe, no se puede decir qué es lo que ella será; pero tiene derecho a la existencia, y su lugar está determinado de antemano. La lingüística no es más que una parte de esta ciencia general. Las leyes que la semiología descubra serán aplicables a la lingüística, y así es como la lingüística se encontrará ligada a un dominio bien definido en el conjunto de los hechos humanos."

viernes, 21 de agosto de 2015

SIGNO

El concepto de signo constituye la noción básica de toda ciencia del lenguaje; pero, precisamente a causa de esta importancia, es una de las más difíciles de definir. Esta dificultad se duplica porque las modernas teorías del signo procuran abarcar no sólo entidades lingüísticas, sino también signos no verbales.

Un análisis atento revela que las definiciones clásicas de signo son con frecuencia tautológicas o incapaces de aprehender el concepto en su genuina especificidad. Se admite que todos los signos remiten necesariamente a una relación entre dos relata ["relatum", en latín, significa "referido", "sugerido"; "relata" es su plural y se entiende como "cosas / entidades referidas/ sugeridas"]; pero el solo hecho de identificar la significación con la relación hace imposible distinguir entre dos planos que, sin embargo, son muy diferentes: por un lado el signo "madre" está por fuerza ligado al signo "hijo"; por el otro, lo que 'madre' designa es madre y no hijo. San Agustín propone una de las primeras teorías del signo: "Un signo es algo que, además de la especie abarcada por los sentidos, hace que otra cosa acuda por sí sola al pensamiento". Pero "hacer acudir" (o "evocar") es una categoría demasiado estrecha y a la vez demasiado amplia: presupone, por un lado, que el sentido existe fuera del signo (para hacerlo acudir hasta él) y, por el otro, que la evocación de una cosa por medio de otra siempre se sitúa en el mismo plano. Ahora bien, la sirena puede significar el principio de un bombardeo y evocarla guerra, la angustia de los habitantes, etc.

¿El signo será acaso algo que está en lugar de otra cosa y la reemplaza? En todo caso, éste sería un reemplazo harto singular, ya que no es posible en un sentido ni en el otro: ni el "sentido" ni el "referente", como tales, podrían insertarse en el interior de una frase en lugar de la "palabra". (...) Por lo tanto, definiremos prudentemente el signo como una entidad que:
1) puede hacerse sensible, y
2) para un grupo definido de usuarios señala una ausencia en sí misma.

La parte del signo que puede hacerse sensible se llama, para Saussure, significante, la parte ausente, significado, y la relación que mantienen ambas, significación. Expliquemos uno a uno los elementos de esta definición.

Un signo existe sin duda, aunque no sea percibido; pensemos en todas las palabras de la lengua española en un momento dado del tiempo: no tienen ninguna existencia perceptible. Sin embargo, esta percepción es siempre posible.

(...) El signo es siempre institucional: en este sentido, sólo existe para un determinado número de usuarios. Este grupo puede reducirse a una sola persona (como el nudo que hago en mí pañuelo). Pero fuera de una sociedad, por reducida que sea, los signos no existen. No es justo decir que el humo es signo "natural del fuego: es su consecuencia, o una de sus partes. Sólo una comunidad de usuarios puede instituirlo como signo. El punto más discutido de la teoría se refiere a la naturaleza del significado. Se lo ha definido aquí como una carencia, una ausencia en el objeto perceptible que así se vuelve significante. Esta ausencia equivale, pues, a la parte no sensible; quien dice signo debe aceptar la diferencia radical entre significante y significado, entre lo sensorial y lo no sensorial, entre presencia y ausencia. El significado, diremos tautológicamente, no existe fuera de su relación con el significante -ni antes, ni después, ni en otra parte-; un mismo gesto crea el significante y el significado, conceptos que son inconcebibles el uno sin el otro. Un significante sin significado es simplemente un objeto, es pero no significa; un significado sin un significante es indecible, impensable, es lo inexistente. La relación de significación es, en cierto modo, contraria a la identidad consigo misma; el signo es a la vez señal y ausencia: originariamente doble.

Deben considerarse dos aspectos complementarios de todo significado. El primero, de alguna manera vertical, nos es revelado en la relación necesaria que el significado tiene con el significante; esta relación indica el lugar del significado, pero no nos permite identificarlo positivamente: es lo que falta al significante. El segundo, que podríamos representar como horizontal, consiste en la relación de ese significado con todos los demás, en el interior de un sistema de signos. Esa determinación es igualmente "negativa" (como dice Saussure, lleva a "ser lo que los demás no son"; sería más exacto llamarla "relacional"), pero se produce en el interior de un continuum, constituido por el conjunto de los significados que forman un sistema (no se explica la relación de este continuum designándolo con nombres tales como "pensamiento", "conceptos", "esencia", etc., cosa que, sin embargo, no dejaron de hacer muchos filósofos y psicólogos). Tanto en un caso como en el otro, se llega al significado por el signo: en ello reside la dificultad principal de todo discurso sobre el signo. El sentido no es una sustancia cualquiera que podríamos examinar independientemente de los signos donde la aprehendemos; no existe sino por las relaciones de que participa.

(O. Ducrot y T. Todorov, Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, México, Siglo Veintiuno, 1974, pp. 121-123)

Saussure y la lingüística

En lingüística no hay cosas ni objetos dados que puedan estudiarse desde diferentes perspectivas. A la inversa: la perspectiva es el comienzo de la delimitación del objeto de estudio (…)
Es la tarea del lingüista la que mediante un ajustado trabajo teórico –enunciación de definiciones, producción de conceptos, articulación de éstos, demarcación de niveles- conformará definitivamente el objeto propio de la lingüística (…)

Saussure postula que el lenguaje es un objeto doble cuyas dos partes se suponen recíprocamente. El juego de las dualidades opositivas atraviesa todo el campo del lenguaje, enfrentando: lo articulatorio y lo acústico; el sentido y el sentido; el individuo y la sociedad; la lengua y el habla; lo material y lo insustancial; lo paradigmático y la sintagmático; lo sincrónico y lo diacrónico, etc., de tal modo que cada uno de los términos de los diferentes pares sólo vale por su oposición al otros.Se trata de entidades o niveles relacionales, carentes de toda realidad sustancial.

José Sazbón. (1985) Saussure y los fundamentos de la lingüística.

Buenos Aires, CEAL

¿Por qué Semiologia?

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

CICLO BASICO COMUN


Los seres humanos, desde el inicio mismo de la cultura, significamos nuestra experiencia a través de formas simbólicas, entre otras cosas, para hacerla intercambiable. Esa significación se produce a través de un “tráfico” de signos. El semiólogo U. Eco afirma que el signo constituye un instrumento de separación de la mera percepción, de la experiencia inmediata, imponiendo la abstracción. Elaboramos signos antes de emitir sonidos, de pronunciar palabras.

Allí donde se instaura una forma observable de intercambio de signos, existe una cultura, es decir, adviene el lenguaje. Es que somos, existimos y nos relacionamos a partir del lenguaje: a través de él es posible tener la primera organización del mundo, por él somos capaces de diferenciar objetos, reconocer sentimientos, describir situaciones y ubicarnos en la sociedad.

Somos en el lenguaje, nuestra realidad sólo puede ser expresada a través de él, aunque también somos de lenguaje, no existe pensamiento sin lenguaje, ni posibilidad de conocimiento. Todo acontecimiento, en tanto no sea estrictamente reductible a mecanismos naturales, es histórico, lo que incluye al fenómeno del lenguaje humano, que no es reductible a aquellos mecanismos y por tanto, lo definiremos como acontecimiento histórico que entra en relación con otros acontecimientos de este tipo.

El lenguaje sirve de vehículo al pensamiento, articulando conceptos (formas de la abstracción). Nombrar no es poner una etiqueta a las cosas, sino categorizar, organizar el mundo interno y externo, si es que cabe la diferencia. Son las palabras las que vehiculizan ese poder conceptualizador: crean los conceptos tanto como éstos requieren de las palabras.

El lingüista F. de Saussure afirma que seríamos incapaces de distinguir dos ideas de una manera clara y constante sin el recurso del lenguaje. Pese a su frecuente uso, este término es de carácter polisémico y ambiguo y los límites de su definición, en muchos casos, borrosos e imprecisos. Además, la multiplicidad y variedad de sus usos produce que el término lenguaje remita a un fenómeno que puede ser analizado desde muy diferentes perspectivas, en relación con muy diferentes tipos de situaciones y en referencia a dimensiones de análisis de variada naturaleza, numerosos aspectos teóricos, metodológicos, planos de abstracción y objetivos diversos.

El lenguaje se expresa a través de discursos que, según sus propios mecanismos de estructuración y reiteración, pueden ser recortados en diferentes -y a veces arbitrarias- clasificaciones. El concepto de discurso es uno de los más polémicos y conflictivos. Sus plurales acepciones hacen que sea preciso ubicarse cuidadosamente en algunas de las perspectivas más importantes para intentar alcanzar su complejidad. Si partimos de una mirada en sentido amplio, para empezar a precisar este término, haremos referencia a toda enunciación que supone un hablante y un oyente, y en el primero, a la intención de influir de alguna manera en el otro. Esto no supone la existencia de una autonomía del sujeto hablante, sino integrado al funcionamiento de enunciados, de textos, cuyas condiciones de posibilidad se articulan sistemáticamente sobre formulaciones ideológicas e índices específicos.

Es por ello que es preciso remitirnos al concepto de enunciación, ya que supone la conversión de la lengua en discurso. Es decir, condiciones de producción y circunstancias de comunicación: además del estudio de los fenómenos estructurantes de cada discurso, importa también dar cuenta de los mecanismos a partir de los cuales un sujeto se apropia de la lengua, la organiza, le otorga su propio matiz y posibilita desencadenamientos plurales del sentido; de allí la consideración de los fenómenos enunciativos. La relación entre la noción de discurso y la de enunciación es importante porque marca las relaciones discursivas en términos de efectos sobre los sujetos. Los discursos se instalan en la sociedad, vertebran y condicionan las relaciones sociales.

Este programa de estudios pretende por consiguiente, dar cuenta de los fenómenos del lenguaje, el signo, la comunicación, los discursos, la circulación y creación de sentido. Dado que la totalidad es una imposibilidad teórica y fáctica, abordaremos diversos cuerpos teóricos que recortarán determinado tipo de aspectos y los focalizarán para comprender los fenómenos que serán estudiados, seleccionados por la cátedra.

Bienvenidos a la aventura del conocimiento...

martes, 18 de agosto de 2015

cronograma agosto-noviembre 2015

segundo cuatrimestre de Semiología:

cronograma

Inicio de clases: 18 de agosto

Primer parcial de comisión: semana del lunes 28 de septiembre al viernes 2 de octubre.

Parcial de taller: semana del lunes 2 de noviembre al viernes 6 de noviembre.

Segundo parcial de comisión: semana del lunes 9 de noviembre al viernes 13 de noviembre.

Semana de recuperatorios (aplazos y ausentes): Semana del lunes 16 de noviembre al viernes 20 de noviembre.

Fin del cuatrimestre: viernes 27 de noviembre.