martes, 31 de mayo de 2016

martes 31 se suspenden las clases

Estimados estudiantes: debo restringir mis actividades laborales por indicación médica debido a un diagnóstico de bronquitis. Pensaba asistir hoy de todos modos, pero tengo tos muy seguido, sobre todo cuando hablo. Se me dificulta dar clase en estas condiciones.
Nos vemos el viernes para seguir con tema ENUNCIACION, capítulo II de Kerbrat

saludos cordiales,
Oscar.

lunes, 23 de mayo de 2016

Benveniste - Enunciación

ENUNCIACION
La producción lingüística puede considerarse como un acto en cuyo transcurso las frases se actualizan asumidas por un locutor particular, en circunstancias espaciales y temporales precisas. No se entiende por enunciación el fenómeno físico de la emisión o la recepción del habla sino a los elementos que pertenecen al código de la lengua y cuyo sentido, sin embargo, depende de factores que varían de  una enunciación a otra, por ejemplo el uso de las palabras "yo", "usted", "aquí", "ahora", etc. Lo que la lingüística retiene es la huella del proceso de enunciación en el enunciado. "Yo" designa a la persona que habla en este momento, en este lugar.

Los primeros elementos constitutivos de un proceso de enunciación son:
 
el locutor, el que enuncia; y


el alocutario, aquel a quien se dirige el enunciado. 

Ambos se denominan indiferentemente interlocutores. A partir de aquí se puede concebir a la organización de las formas lingüísticas indiciales de dos maneras, según se tomen como base categorías gramaticales (como los pronombres personales, demostrativos, tiempos verbales) o semánticas (como las indicaciones de tiempo y lugar o las denominadas modalidades).


La enunciación siempre está presente de una manera u otra en el interior de un enunciado; las diferentes formas de esta presencia, así como los grados de su intensidad, permiten crear una tipología de los discursos como el de un discurso centrado en el locutor (autobiografía, relato de un paciente) a un discurso organizado en torno al alocutario (publicidad, política).


(adaptado de Ducrot y Todorov “Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje”)


COMUNICACION - Reformulación del modelo de Jakobson según Kerbrat


 Sobre el modelo clásico la lingüista francesa Catherine Kerbrat-Orecchioni ha realizado una reformulación con el propósito de interpretar la complejidad del hecho comunicativo. 
Esta reformulación no se relaciona específicamente con las funciones del lenguaje en la comunicación, sino con los factores del circuito, produciendo una nueva perspectiva para comprender cómo se construyen y se interpretan las comunicaciones verbales presenciales y no presenciales, las comunicaciones escritas y las sostenidas por soportes eléctricos y electrónicos.

Para ello analiza críticamente la noción de código que plantea el lingüista ruso. Según ella, es inexacto que los dos participantes de la comunicación, aun si pertenecen a la misma comunidad lingüística, hablen exactamente la misma lengua, y que sus competencias se identifiquen con el castellano de todo locutor o alocutario. Con esto quiere significar que la comunicación no se funda sobre un código único compartido por ambos participantes de la comunicación, sino que cada participante posee su propio idiolecto, que puede ser o no compatible con otro. De este concepto se derivan: cronolecto, la lengua utilizada por las diferentes edades: infantes, adolescentes, y adultos; sociolecto, que depende del grado de escolaridad y dialecto, que se relaciona con las diferentes lenguas regionales: castellano rioplatense urbano porteño, castellano rioplatense urbano cordobés, o castellano rioplatense rural, son algunos de los ejemplos. Kerbrat plantea que el código no es absolutamente externo al sujeto, sino que éste lo construye a partir de todas sus competencias, es decir del conjunto de todas sus posibilidades lingüisticas, para codificar y decodificar mensajes. Esto significa que el individuo va adquiriendo la lengua, a medida que va aprendiendo nuevos conceptos, y ampliando así, su repertorio lingüístico.

También resulta necesario entender el concepto de “competencias”, que poseen tanto el emisor como el receptor: aquellos saberes y conocimientos en relación al instrumento comunicativo, a diversos temas y objetos de discurso. Es decir, son diferencias que existen entre los participantes de una comunicación respecto de la adquisición de bienes simbólicos y culturales. Las dificultades y facilidades ante distintas circunstancias se deben a las competencias que se poseen de modo suficiente, fragmentario o nulo. La adquisición de competencias por parte de los hablantes es permanente y se lleva a cabo de diferentes modos, y tienen que ver con:

-hábitos y comportamientos,
-experiencias propias y ajenas,
-relaciones sociales, grupales, etc.

Por ejemplo: el código de la lengua es potencialmente común a todos los hablantes, pero algunos lo utilizan más adecuadamente que otros, según la situación en que se encuentren y por las que hayan atravesado, ya que el lenguaje se aprende en situación, es decir, bajo condicionamientos o restricciones que impone la misma práctica. Esto significa que no todos los sujetos poseen el mismo conocimiento de la lengua ni la misma experiencia, ni tampoco la utilizan de la misma manera, ni hablan o interpretan del mismo modo. Es decir, algunos poseen mayor o menor conocimiento que otros para la codificación y la decodificación de los mensajes.

Componentes del nuevo esquema

-Las competencias lingüísticas son los conocimientos de la gramática de la lengua, es decir, sobre la correcta formación de enunciados de la lengua. La competencia comunicativa incluye a la anterior y la pone en circulación junto con otros saberes o conocimientos de una misma comunidad linguística.

-Competencias no linguísticas en la comunicación, es decir, las paralinguísticas: el lenguaje que no utiliza solamente palabras sino gestos, miradas, mímica, etc., que inciden en la codificación de los mensajes.

-Competencias cultural e ideológica. La primera reúne los conocimientos que se poseen en relación con el mundo, es decir, las facilidades o dificultades para interpretar el universo simbólico. En la competencia ideológica, además del universo simbólico, se llevan a cabo una serie de procedimientos que permiten la interpretación y la evaluación de dichos objetos: al conjunto de actitudes interpretativas y evaluativas.

-Determinaciones “psi”. Las competencias anteriores están atravesadas por un conjunto de determinaciones individuales de las que tampoco el hablante es completamente conciente, y que pueden alterar en diferentes sentidos los mensajes y la interacción comunicativa. Se trata de las determinaciones “psi”: componentes psicológicos, psicoanalíticos y/o psiquiátricos. No es una competencia que el participante adquiere, sino una determinación a la que se está sujeto.

-Restricciones del universo del discurso. Para comprender el modelo con las competencias es necesario referirse a las restricciones del universo del discurso, que operan como filtros en el discurso, en el sentido de que limitan lo que puede y debe ser dicho según la situación de inscripción de los enunciados. Es posible hablar de restricciones de género discursivo (Bajtín), es decir de tema, estilo, léxico o de tipologías discursivas; que actúan como filtros. En términos generales, los tipos de textos son componentes del género y del discurso, como la conversación o la argumentación. El relato por ejemplo, pertenece a la novela y a la crónica periodística; se trata de una dimensión textual o lingüística relacionada con la competencia lingüística.

Los tipos de discurso son los géneros discursivos que pueden estar compuestos por tipos de textos en común. Ellos engloban géneros: el discurso periodístico está compuesto por la crónica, el editorial, la entrevista, la nota de opinión. El discurso literario, por la novela, el cuento, la poesía, el teatro o el ensayo. El universo de discurso constituye una dimensión institucional o social, relacionada con las competencias culturales e ideológicas.

Estos son, en breve síntesis, los componentes para formalizar los modelos de producción y de interpretación de los mensajes. Se trata entonces, de un esquema que reformula Kerbrat-Orecchioni del de Jakobson, en el que estos modelos hacen funcionar la codificación y decodificación de los mensajes bajo las leyes que regulan las diversas competencias.


Kerbrat - El modelo clásico de la comunicación

El modelo de las funciones del lenguaje de Jakobson

A partir de su modelo, Jakobson elabora el circuito de la comunicación verbal que, desde su perspectiva, consta de 
seis factores. Un “destinador” que emite un “mensaje” que recibe un “destinatario”. El mensaje debe referirse a algo, es decir, para que un mensaje se comprenda se requiere de un “contexto”: aquello de lo cual se habla. Este término no debe confundirse con la acepción de entorno físico o circunstancia que rodea a la situación comunicativa.

Otro factor del circuito es el “código” que, por su parte, asegura la comunicación en cuanto es común tanto para destinador como para destinatario, es una lengua compartida para que ambos puedan comprenderse. Por último, el factor “contacto” que es el canal o medio físico por el cual transita el mensaje pero es, además, una conexión psíquica que se produce entre el destinador y el destinatario.

A partir de su modelo del circuito de comunicación verbal, Jakobson advierte que las funciones que cumple el lenguaje en la comunicación permite constatar que:


- cada factor determina una función;
- ninguna función se expresa en estado “puro”;
- existe un orden jerárquico o de dominancia entre las diversas funciones que intervienen en una comunicación.

Las relaciones comunicación-lenguaje

Cuando la comunicación se encuentra orientada hacia el 
destinador o emisor se produce la función emotiva del lenguaje, siendo marcas de ella: la primera persona (yo, nosotros, mi, nuestro) las interjecciones y la abundancia de adjetivos. Esta función también es conocida como expresiva.

Cuando la comunicación está orientada hacia el 
contexto se despliega la función referencial. Son marcas de ella la tercera persona y la preeminencia de sustantivos (ella, el, ellas, ellos). Esta función también se denomina informativa.

Cuando la comunicación se orienta hacia el 
destinatario se produce una función conativa. Son marcas de ella la segunda persona y la marcada importancia de los verbos (vos, usted, ustedes). Esta función también es conocida como apelativa.

Cuando la comunicación está orientada hacia el 
canal contacto se produce la función fática, que tiene como objeto comprobar si el canal funciona correctamente.

Cuando la comunicación se orienta hacia el 
código se produce la función metalingüística, es decir, se habla del código mismo.

Cuando la comunicación se encuentra orientada hacia el 
mensaje se produce la función poética, es decir, el mensaje mismo es puesto de relieve.

UNIDAD II - COMUNICACION

De una manera general, existen dos variedades de definición del término COMUNICACION: 

Según la primera, la comunicación es un proceso en virtud del cual A envía un mensaje a B, que provoca en éste un efecto. A esta variedad se la puede ejemplificar con los modelos clásicos de Saussure, por ejemplo.

La segunda definición ve en ella una negociación y un intercambio de sentido, donde mensajes, sujetos pertenecientes a una cultura y “realidad” interactúan para que se produzca un sentido o un entendimiento.
A esta variedad le corresponden los modelos de Peirce así como la propuesta de Bajtín. Esta definición pone el acento en los nexos entre elementos constitutivos necesarios para que se produzca un sentido.

Estos elementos entran en tres grupos principales:

1) el texto, sus signos y sus códigos.

2) los sujetos que “interpretan” el texto, la experiencia cultural y social que los ha formado y ha formado los signos y códigos que ellos emplean.

3) la conciencia de una “realidad externa” a la que se refieren tanto el texto como los que lo reciben.


jueves, 19 de mayo de 2016

para estudiar Saussure

Lingüística estática y lingüística evolutiva

            Al igual que en la economía política, en la lingüística se trata de un sistema de equivalencias entre cosas de órdenes diferentes [trabajo-salario, significante-significado]. El factor tiempo establece una dualidad, que por necesidad interior obliga a dividir la lingüística en dos partes. Se podrían distinguir dos ejes:
(1) Lingüística sincrónica o estática: designa un estado de la lengua, el eje de las simultaneidades, donde la variable tiempo queda excluida, [valores considerados en sí mismos]
(2) Lingüística diacrónica o evolutiva: designa una fase de la evolución, el eje de las sucesiones, donde sólo se puede considerar una cosa cada vez según una sucesión lineal [valores considerados en función del tiempo].
            Mientras que la lingüística moderna ha seguido un camino diacrónico, los métodos tradicionales de los gramáticos han seguido el eje sincrónico. Los límites del método utilizado por los gramáticos son que “ignora partes enteras de la lengua, como la formación de las palabras; es normativa y cree deber dictar reglas en lugar de comprobar hechos; le faltan las miradas de conjunto; con frecuencia no sabe distinguir la palabra escrita de la palabra hablada, etc.”.
            La perspectiva diacrónica se ocupa de fenómenos que si bien condicionan los sistemas, no tienen relación alguna con ellos, a diferencia de la lingüística sincrónica, para la cual “la lengua es un sistema en el que todas sus partes pueden y deben ser consideradas en su solidaridad sincrónica”.
            “Al no hacerse nunca las alteraciones sobre el bloque del sistema, sino sobre uno u otro de sus elementos, sólo pueden ser estudiados fuera de aquél. Indudablemente cada alteración repercute sobre el sistema; pero el hecho inicial se refiere a un punto solamente; no hay ninguna relación interna con las consecuencias que pueden derivarse para el conjunto. Esta diferencia de naturaleza entre términos sucesivos y términos coexistentes, entre hechos parciales y hechos que afectan al sistema, prohibe hacer de unos y otros la materia de una sola ciencia”.
            Diacronía y sincronía tienen relaciones entre sí, pero no puede conocerse lo sincrónico estudiando lo diacrónico. “Los hechos diacrónicos son irreductibles al sistema sincrónico que condicionan”.
            Saussure compara la relación entre los dos órdenes con:
(1) los caracteres de los cuerpos mismos y sus proyecciones geométricas sobre un plano;
(2) las relaciones entre las fibras de un tallo vegetal cortado transversalmente y longitudinalmente;
(3) el juego de ajedrez en el que, como en «el juego del lenguaje», hay valores que se van modificando. El valor relativo de los elementos depende de su posición en el sistema. “En la lengua cada término tiene su valor por oposición con todos los demás términos”. La lengua es un sistema de relaciones diferenciales: una palabra tomada de una lengua extranjera “no cuenta como tal desde el momento en que se estudia en el seno del sistema; sólo existe por su relación y su oposición con las palabras a ella asociadas, con igual derecho a cualquier otro signo autóctono”. ¿Qué es lo interno al sistema? “Todo lo que cambia el sistema en un grado cualquiera”.
            Si bien el sistema es siempre momentáneo (varía de una posición a otra), las reglas o los principios del juego son constantes o permanentes. Para pasar de un estado de sincronía a otro basta el desplazamiento de una pieza: no hay trastorno general. Los cambios se refieren a elementos aislados, pero cada desplazamiento tiene una repercusión en todo el sistema, puede ser irrelevante o revolucionar el sistema. El cambio es un tránsito entre dos estados, pero “los estados [lo sincrónico] son lo único importante”.

            El método sincrónico se atiene a las relaciones presentes, mientras que el diacrónico se escinde en una prospectiva y una retrospectiva. El método (ideo)sincrónico se limita a los hechos correspondientes a una lengua mientras que el diacrónico necesita comparar la evolución en una lengua pero también los deslizamientos de una lengua a otra. El hecho sincrónico (estático) y el diacrónico (evolutivo) son irreductibles entre sí; “el uno es la relación entre elementos simultáneos, el otro la substitución de un elemento por otro en el tiempo, una sucesión”.

lunes, 16 de mayo de 2016

Contenidos para primer parcial - 20 de mayo

contenidos

SAUSSURE
semiología
lengua y habla
sistema
el signo linguistico: componentes (significante/significado)
arbitrariedad - linealidad. 

mutabilidad - inmutabilidad
valor linguìstico 

relaciones: sintagma/paradigma
sincronía/diacronía

PEIRCE
semiótica
conocimiento y signo: las categorías de la experiencia
semiosis

signo: componentes (representamen, objeto, interpretante)
clasificación de los signos: segunda tricotomía (ícono, índice, símbolo)


BAJTIN
lenguaje y esferas de actividad
géneros discursivos
el enunciado como unidad de la comunicación

diferencias entre oraciòn y enunciado
diferencias entre palabra en la oración - palabra en el discurso

Bajtin: clasificación de géneros discursivos

Géneros discursivos secundarios o complejos

CLASIFICACION DE TEXTOS

Entre las muchas clasificaciones existentes, se pueden distinguir diferentes tipos de textos según qué prácticas discursivas se llevan a cabo.

Este criterio permite distinguir, por ejemplo, entre una orden militar, un anuncio publicitario, una conversación telefónica, o un sermón en la iglesia. De acuerdo con este criterio, una clasificación convencional de los textos puede ser la siguiente:

• Textos científicos: son los que producen en el contexto de la comunidad científica, con la intención de presentar o demostrar los avances producidos por la investigación. Géneros típicos de este tipo son: la Tesis doctoral, la Memoria de Licenciatura, el Artículo científico o la Monografía científica. También son textos científicos, aunque de transmisión oral, la Conferencia, la Ponencia o la Comunicación (tipo de texto)

• Textos administrativos: son aquellos que se producen como medio de comunicación entre el individuo y determinada institución, o entre instituciones, o entre las instituciones y los individuos. Se trata de textos altamente formalizados, con estructuras rígidas y que frecuentemente tienen una enunciado función performativa. Géneros administrativos típicos son: el certificado, el saludo, la instancia o el boletín oficial.

• Textos jurídicos: son los textos producidos en el proceso de administración de justicia. Aunque son un subtipo de los textos administrativos, por su importancia y sus peculiaridades los textos jurídicos suelen considerarse y estudiarse como un grupo independiente. Ejemplos de textos jurídicos son: la sentencia, el recurso o la ley.

• Textos periodísticos: todos los textos susceptibles de aparecer en el contexto de la comunicación periodística. Suelen subdividirse en "géneros informativos" (que tienen por función transmitir una determinada información al lector) y "géneros de opinión" (que valoran, comentan y enjuician las informaciones desde el punto de vista del periodista o de la publicación). Entre los primeros, los fundamentales son la noticia y el reportaje; entre los segundos, el editorial, el artículo de opinión, la crítica o la columna.

• Textos humanísticos: aunque se trata de un tipo de texto difícilmente definible, se clasifica como "textos humanísticos" a aquellos que tratan algún aspecto de las ciencias humanas: Psicología, Sociología, Antropología, etc. desde el punto de vista propio del autor, sin el nivel de formalización de los textos científicos. El género típico de este tipo es el ensayo.

• Textos literarios: son todos aquellos en los que se manifiesta la función poética, ya sea como elemento fundamental (como en la poesía) o secundario (como en determinados textos históricos o didácticos). Son géneros literarios: la poesía, la novela, el cuento o relato, el teatro y el ensayo literario (incluidos los mitos). Se clasifican en: narrativo, líricos, y dramáticos.

• Textos publicitarios: es un tipo de texto especial, cuya función es convencer al lector acerca de las cualidades de un artículo de consumo, e incitarlo al consumo de dicho artículo. Esta necesidad de atraer la atención del lector hace que el texto publicitario emplee generalmente recursos como la combinación de palabra e imagen, los juegos de palabras, los eslóganes o las tipografía llamativas. El género publicitario fundamental es el anuncio.

• Textos digitales: textos cuya aparición ha sido provocada por las nuevas tecnologías, dando lugar a textos inexistentes en el mundo analógico y que presentan sus propias características. Algunos ejemplos de estos tipos de texto son: los blogs, los SMS, los chat, las páginas web, los tweets, los microbloggings, etc.

acerca de la vida de Bajtín

Mijaíl Bajtín: el pensamiento bajo sospecha

por Sylvia Iparraguirre

Cualquiera que mire un mapa de la costa norte de Rusia, sobre el Mar Artico, donde la tradición griega situaba el país de los hiperbóreos, puede imaginar que las heladas islas Solovetsky no ofrecen un paisaje seductor. Mucho menos si lo que allí esperan son los muros del campo de prisioneros de Solovki, uno de los destinos más duros del régimen stalinista para desterrados políticos. En enero de 1929, Mijail Bajtín fue arrestado y condenado a diez años de prisión en ese campo. Los diversos cargos recibieron el rótulo general de "actividades antigubernamentales" y, en concreto, fueron: reunirse con un grupo de estudios filosófico-religiosos; aparecer, en París, en una supuesta lista de miembros de un futuro gobierno antistalinista; y, por último, más socráticamente, "corromper a la juventud".
Cinco meses después, su osteomielitis crónica seguía impidiendo el traslado del prisionero a su destino. La mala salud de Bajtín le dio tiempo a Elena, su mujer, a contactarse con algunos amigos influyentes. Gorki y Alexis Tolstoi enviaron telegramas a las autoridades. Se apeló a la Cruz Roja.
Durante esos meses de detención en el hospital, ve la luz el primer libro que Bajtín publica bajo su nombre: Problemas en la poética de Dostoievski. El libro deslumbró a Lunacharsky, crítico literario respetado y funcionario cultural. Su recomendación ayudó a la conmutación de la pena: los diez años en las islas Solovetsky pasaron a ser seis en Kustanai, sur de la Siberia Occidental, a mil seiscientos kilómetros de Moscú. En marzo de 1930, Elena y Mijail abordaban el tren. Antes de subir, Elena se atrevió a preguntar cómo era el lugar desconocido hacia el cual iban. "El clima es severo pero saludable", fue la respuesta.
Bajaba el telón sobre una década decisiva, caótica, prolífica. Bajtín tenía treinta y cuatro años y había publicado cuatro de sus libros mayores: sobre Freud y el psicoanálisis, sobre el formalismo ruso, sobre filosofía del lenguaje y sobre Dostoievski. Hacía una década que su valor era reconocido por el mundo intelectual de Moscú y San Petersburgo y lo rodeaba un círculo de amigos y discípulos que ya lo consideraba un maestro. Su asombrosa versatilidad, que abarcó estudios semióticos, de teoría literaria, lingüística y antropología se aparejó a una férrea coherencia. Cualquier libro de Bajtín que se lea declara su voluntad de no ceder a una configuración teórica de dogma. Lo fascinó lo diverso, lo heterogéneo, las fuerzas subterráneas de la cultura popular que mueven la historia. El grupo de Bajtín estaba en el ambicioso camino de los idealistas alemanes como Fichte y Schelling: sintetizar la diversidad de la experiencia humana.
El tren abandona lentamente San Petersburgo, ahora Leningrado. En el triste y polvoriento vagón de tercera, pasajeros cabizbajos no se atreven a hablar entre sí, ni siquiera para comunicarse su lugar de destino; la delación es moneda corriente. Lenin había muerto en 1924 con la amarga certeza de quién era Iosef Stalin. "(...) El camarada Stalin ha concentrado en sus manos un poder inmenso y no estoy seguro de que en todo momento sabrá utilizarlo con prudencia. Es demasiado brusco y ese defecto se hace intolerable en el cargo de secretario general". Lenin fue profético.
En 1929, las famosas "purgas" recién comenzaban y Koba ("Inflexible", tal era el sobrenombre de Stalin) llega a saberlo todo. El tren atraviesa la noche interminable hacia un destino que se transformaría en siniestramente emblemático para el régimen. Bajo la luz macilenta, Bajtín, barba y bigotes recortados, frente amplia y pálida, sostiene entre las suyas la mano de su mujer. Con este viaje desaparecería para la vida civil rusa. Y lo sabía. Pero si de algo han dado testimonio amigos y discípulos es del estoicismo bajtiniano, de su inclaudicable sentido del humor, de su flemática paciencia para enfrentar la adversidad. Sólo una cosa podía desequilibrar su carácter reflexivo y pacífico: la falta de cigarrillos.
El exilio marca un antes y un después en la vida y en la obra de Bajtín. El Dostoievski sería su presentación en el mundo editorial y también su despedida. El destino de ese libro describe una simbólica simetría con el de su autor: si en 1929 su primera edición ayudó a salvarlo de una muerte física segura, la segunda, que aparecería en 1963, marcaría su redescubrimiento, impediría su muerte intelectual y lo lanzaría al reconocimiento internacional. A fines de los '50, una nueva generación, que había leído ávidamente el Dostoievski, descubriría con estupor que su autor, sobre el que circulaban diversas leyendas —entre otras que no existía, que era un seudónimo colectivo—, vivía, casi completamente ignorado, en la periferia geográfica e intelectual de su propio país.

Diecisiete años atrás

San Petersburgo, invierno de 1913. La intelligentsia local, que es como decir la inteligencia rusa, arde en los cafés de moda y en los cabarets vanguardistas. El clima político radicalizado por la frustrada revolución de 1905 y la inminencia de la Primera Guerra Mundial galvanizan el aire, en el que se cruzan como flechas las encendidas defensas de los "ismos". El simbolismo pierde terreno mientras se levantan el acmeísmo de Anna Ajmátova y Ossip Mandelstam y el futurismo de Maiakovsky. Se leen manifiestos; el del futurismo iconoclasta fue llamado "una bofetada en la cara del gusto del público". Bajtín tiene dieciocho años, ya ha cursado un año universitario en Odessa y acaba de ingresar en la Facultad de Historia y Filología Clásicas. Los años universitarios de Bajtín coinciden con la Primera Guerra Mundial y la Revolución de 1917, años de fructífero caos.
En la facultad, Mijail frecuenta a los formalistas, los aliados más cercanos de Maiakovsky. Años después, serían sus oponentes frontales en la elaboración de su teoría del texto. En San Petersburgo, comparte un cuarto de estudiantes con su hermano mayor. Nikolai, extravertido y temperamental, reúne todas las condiciones para ser admirado por su hermano menor: es brillante, tiene carisma, como toda esa generación —incluido su hermano— es de una precocidad desconcertante, y ya posee una sólida formación filosófica y literaria. Pocos años atrás, en la época del colegio secundario de Vilno, Nikolai lideraba a sus compañeros: se escurrían a medianoche al laboratorio a cantar "La Internacional", escribían poesía revolucionaria, leían a Nietzsche, a Kierkegaard, a Baudelaire, a Kant.
En San Petersburgo, los hermanos Bajtín comparten la fiebre de esos días en los que las vanguardias desafían a una compleja tradición. Lo que generosamente brinda la intelligentsia rusa en dos décadas, provocará largas y complejas consecuencias en el pensamiento europeo del siglo XX. Derivaciones conceptuales de los que Bajtín "está pensando" en esos años, reaparecerán en la estética de la recepción de la escuela de Tartu, en Lacan, y en la pragmática, teoría lingüística que anticipa la crítica al estructuralismo francés de los 60. Si bien los dos hermanos frecuentan estas reuniones fervorosas, la inclinación natural de Mijaíl al pensamiento y la filosofía lo lleva a la Sociedad Filosófico-Religiosa de San Petersburgo donde, sin tener que ver con la teología, la discusión se centraba en un problema de base para la futura definición de un imperio anacrónico y tambaleante: el enfrentamiento entre rusófilos e internacionalistas. Amante de la tradición rusa, Bajtín sentía al mismo tiempo el interés urgente de abrirse al europeísmo. Rusia se desentumecía de su largo sueño medieval para producir en veinte años el Renacimiento que nunca había tenido.
Sólo tres años atrás, en 1910, había muerto Tolstoi, quien supo ver como nadie los cambios que se gestaban. Sin embargo, a Tolstoi lo horrorizaba la idea de una revolución sangrienta, creía fervientemente en el cristianismo y que todo podía cambiarse "desde el corazón de los hombres". Gandhi, que fue su discípulo epistolar, pudo, al menos en parte, cumplir el sueño tolstoiano de la no-violencia. Pero en Rusia, siglos de sometimiento y hambre de los campesinos conducían inexorablemente al cambio violento.
A la Revolución de 1917 siguió la guerra civil. El conflicto separó ideológicamente a los hermanos: Nikolai se unió al ejército blanco zarista; cuando los vencieron, abandonó Rusia para siempre. Fue marino en el Mediterráneo y una noche de borrachera, en Constantinopla, se unió a la Legión Extranjera. En 1930 aparece en París donde, azarosamente, descubre el libro de Mijail sobre Dostoievski. En 1932 está en Cambridge, haciendo amistad con Wittgenstein. Para que se cumplan las simetrías, Wittgenstein pasaba por un momento fuertemente tolstoiano. Siguiendo las enseñanzas del escritor sobre la humildad, se van a vivir juntos a un barrio obrero de Londres. En 1950, Nikolai muere en Inglaterra sin saber que su hermano vivía, convencido de que había perecido en las purgas stalinistas.
En Rusia, el invierno de 1918 fue feroz; no había alimentos, no había combustible, no había leña. En los departamentos se quemaban los muebles, después los libros y, finalmente, el parquet. Si bien la reacción de los intelectuales ante la revolución no fue ni mucho menos homogénea, en medio de las penurias continuaba una atmósfera de euforia milenarista; la vida intelectual se enriqueció con la suma de los escritores, músicos y pintores judíos que antes de la revolución eran discriminados. Pronto hubo una emigración de San Petersburgo a ciudades de provincia, donde el clima político era más tranquilo. Como muchos de sus compañeros, Bajtín pasa a vivir en Nevel y luego en Vitebsk, donde formaría, con Pumpiansky, Yudina y Kagan y posteriormente Voloshinov y Medvedev, el llamado "círculo de Bajtín". Allí también, Mijail conocería a Elena Alexandrovna Okolovich, con quien se casa en 1921. Había motivos para que, más allá de la devoción mutua que se profesaron, Elena fuera la persona capital en su vida. Por un lado, los cuidados de una dolorosa enfermedad que terminaría con la amputación de una pierna; por el otro, el talento nulo de su marido para la vida práctica. Bajtín era excéntrico, humorístico y un charlista incansable sin ninguna pretensión sobre el nivel intelectual de su interlocutor, pero odiaba atender el teléfono, se negaba a escribir y contestar cartas; le gustaban los aspectos "teatrales" de la vida, rodearse de gente peculiar, a la que le divirtiera hacer bromas y disfrazarse. Sus amigos desesperaban: era una lucha arrancarle un manuscrito para llevarlo a imprenta. Bajtín desconfiaba de todo lo que hubiera dejado de estar "en proceso", de lo que no estuviera abierto a la corrección o a un nuevo aporte. En esos años, trabaja en su filosofía del lenguaje, en un texto fundamental sobre la relación entre el autor y el héroe, en una teoría de la literatura basada en la intertextualidad y en una serie de artículos y monografías centrados en dos temaseje de su obra: ética y responsabilidad.
En Nevel y en Vitebsk, los intelectuales en medio de un clima de "cambio total" generaron una cantidad de actividades que hoy asombran. Menciono, como curiosidad, los "juicios" a los que escritores críticos y lectores sometían a los personajes literarios. Como "abogado defensor" Bajtín fue muy popular: ganó todos en los que se presentó. Uno de ellos fue la defensa de Katerina Maslova, el personaje de Resurrección, de Tolstoi. Lo asombroso no era la organización de estas actividades, imbuidas del espíritu revolucionario de una cultura para todos; lo asombroso era la cantidad inaudita de público que acudía. Había que habilitar pasillos y escaleras horas antes de que comenzara el debate. Para estos tópicos y para otro, muy popular en esos días y caro a los rusos, la existencia de Dios, directamente no había localidades.
Poco después, los Bajtín regresan a San Petersburgo. En medio de los puestos burocráticos o académicos que sus amigos logran conseguir, Bajtín queda al margen. Su incansable energía intelectual no condecía con su carácter: Nada más alejado del frenesí de la década que este hombre necesitado de su sofá, de sus incesantes cigarrillos, de sus continuas tazas de té fuerte y de la calma para pensar. A pesar de todo, Bajtín era un hombre "que no le seguía el paso a la época", más parecido a un filósofo de cámara, a un Martin Buber (de quien se consideraba discípulo) que a un inquieto activista de la cultura. Para ayudarlo, le organizan conferencias: la entrada equivalía al valor de un boleto de tranvía. Atrincherado en su mundo privado, Bajtín publicó libros bajo los nombres de sus amigos discípulos Medvedav y Voloshinov y siguió escribiendo. En sus cajones dormía el largo artículo de 1919: “La arquitectónica de la responsabilidad”. El concepto de responsabilidad que Bajtín desarrolla en relación con la ética es sorprendentemente cercano al del existencialismo; se anticipa ocho años a Ser y tiempo de Heidegger y en décadas a El ser y la nada, de Sartre. No se trata de magnificar a Bajtín ni de destacar influencias imposibles (su ensayo se publicaría recién en 1979), sino de ubicarlo en una constelación de hombres que, alejados en el espacio y en el tiempo, pensaron respuestas confluyentes para interrogantes que marcaron el siglo. Terminaba la década del veinte, muchas cosas habían cambiado. Bajtín es arrestado, condenado a prisión y enviado a Siberia.

Siberia Occidental, 1936

Como le habían dicho a Elena al abordar el tren, en Kustanai el clima es severo. A los 18 grados bajo cero de promedio en invierno se sumaba el terrible buran. Soplaba con tal fuerza que los habitantes del pueblo tenían que aferrarse a los cables tendidos en las bocacalles para que no los volara. Bajtín tiene la enseñanza prohibida: ni filosofía ni literatura. Pronto su capacidad es requerida para tópicos más prácticos: una conferencia para los almaceneros de ramos generales. Después, clases de contabilidad para los campesinos de los koljoz. Se reúnen multitudes en los enormes galpones. Sin perder su proverbial calma, Bajtín enseña teneduría de libros, de paso, habla de literatura y recita a Pushkin. Entre sus alumnos están los rudos campesinos que forman la Guardia Roja local, a la que el maestro debe reportarse una vez a la semana. Indudablemente, eran tiempos poco propicios para el travestismo social, la obscenidad desbocada o el cambio de roles, temas centrales de su monumental Rabelais, desarrollado en su vida invisible y cuyo primer capítulo trata de la historia de la risa. En su vida visible, publica en el Comercio soviético, el único escrito suyo que en esos años conoce la prensa, "Experiencias basada en un estudio de demanda entre los trabajadores de los koljoz". Bajtín tuvo pleno contacto con lo que se llamó la "colectivización".
El dato no es anecdótico. La colectivización en el trabajo se extendió a la unificación de lenguajes y costumbres de un país marcado por diferencias étnicas de todo tipo. Más todavía, desde hacía un par de años se recomendaba a los escritores un método literario que se llamó "realismo socialista". Su convencionalización, sus pautas estandarizadas, su "programa" están en las antípodas de la teoría que Bajtín escribe a contrapelo: "El discurso en la novela", en el que explora de qué modo diferentes épocas se representaron a sí mismas en el género más maleable de la literatura. Términos tales como "lenguaje unificado", "géneros oficiales", "canonización del sistema ideológico" que aparecen en ese texto, no fueron, en 1934, elegidos inocentemente. El requerimiento oficial de mostrar un héroe positivo, ideológicamente correcto, se da de patadas con su compleja formulación de la construcción del personaje; de un verosímil que refleje el mundo imperfecto, incompleto, impredecible: el de la vida humana. Sin embargo, la idea de un lenguaje narrativo accesible que sirviera, además, para educar al pueblo, le interesó tanto a Bajtín que le dedicó un libro. Lo que ocurrió con el manuscrito es digno de mencionarse.
En 1941 la Unión Soviética entra en la Segunda Guerra Mundial. La pobreza es extrema. Bajtín tenía tabaco pero no papel: armó sus cigarrillos con el original y se fumó su ensayo sobre la novela de educación. Esto ya es leyenda e, inesperadamente, al otro lado del mundo y de la ideología, Paul Auster no quiso perdérselo: hay una cita de esta anécdota en su película Cigarros. A fines de los 40 y en los 50, Bajtín accede a puestos no demasiado notorios de enseñanza, en ciudades periféricas de la capital. Los años finales, ya sin Elena, los pasa en un pequeño departamento de Moscú. ¿Puede un hombre situarse al costado de su tiempo, dejando a un lado circunstancias extremas y condicionamientos de censura y, desde allí, pensar? Bajtín pudo hacerlo.
Fue un espíritu libre y una de las inteligencias más profundas del siglo XX. Moral e intelectualmente desprejuiciado, nada ni nadie pudo impedir a este hombre modesto hacer aquello para lo que estaba inusualmente dotado: pensar. Y Bajtín pensó a favor de los vientos que cambiaron su época. Pensó una filosofía libre, en la que contradicción y heterogeneidad forman parte de la existencia humana y pasan a formar parte ineludible de su representación estética.. Aunque los tuvo al final de su vida, no necesitó ni reconocimiento ni celebridad. Desde la perspectiva Bajtiniana el deseo de originalidad parece fútil; la creatividad es, en última instancia, anónima. Es decir, colectiva. Nadie puede pensar solo, ni descubrir ningún camino si no es en diálogo con el otro.
Bajtín muere en Moscú el 7 de marzo de 1975.

› LA CRISIS DEL SISTEMA UNIVERSITARIO Y EL AVANCE SOBRE LA LIBERTAD DE INGRESO


El lugar de la universidad en la calle




Públicas son las clases
por Eduardo Grüner *
Un hombre de mediana edad se acercó respetuosamente y me dijo, casi en voz baja: –Disculpe, profesor, no quiero interrumpir su clase, pero necesito sacar el auto, ¿puede ser? Por supuesto, inmediatamente los estudiantes (unos 150) apartaron unos metros sus sillas y le hicieron un “túnel” al correcto vecino. Unos minutos antes habíamos sido duramente increpados por otra vecina, a la que aparentemente le impedíamos dormir la siesta. Logramos calmarla y convencerla (a medias) de lo excepcional de la situación, la importancia de la defensa de la educación pública, etcétera. Esto ocurría sobre la calle Puán, frente a la fachada ya bastante exhausta de una antigua fábrica de cigarrillos desde hace décadas transformada en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Cientos de escenas equivalentes se repitieron en toda la ciudad, allí donde hubiera una facultad o un colegio preuniversitario, pero también en vagones de subte, estaciones de tren, plazas, escalinatas. Una multiplicidad de mini-dramas urbanos, como esos que analizaba la “microsociología” de Erving Goffman, pero que en este caso pusieron a miles de estudiantes, docentes y (mal llamados) no docentes literalmente en el espacio público: es decir, en el “escenario” de la política grande. Y ello sin alterar sustantivamente el desarrollo de los programas. Es fundamental que la sociedad entienda bien esto: seguimos dando clase. No se usó ese “estado de excepción” con irresponsabilidad festiva, ni para sustraerse a las obligaciones: se avanzó en los “contenidos” que correspondieran, solo que muchísima más gente pudo escucharnos, si así lo querían. Salvo por el día jueves 12 (en el que esos miles de gotas de agua se precipitaron en una gran catarata cantarina y pacífica, pero desbordante e indetenible) no se perdió un solo día de clase. La medida de protesta, sin dejar de serlo, derramó a la educación sobre las calles, donde cualquiera que lo deseara podía escuchar una clase sobre física nuclear, o sobre la psicología de la Gestalt, o sobre las propiedades del ácido oxirribonucleico, o sobre Walter Benjamin, o sobre teología medieval. Eso es, exactamente, la educación pública. En una de mis clases yo sugerí –un poco en broma, un poco en serio– que, si bien comprendía el uso de la expresión en este caso, en verdad todas las clases en una universidad como la UBA son públicas, de manera que a estas deberíamos llamarlas IUCA (Intervenciones Urbanas de Carácter Académico). Los muros de una facultad sirven para trabajar más cómodos y protegerse del frío o de la lluvia, nada más. Cualquier transeúnte curioso tiene perfecto derecho a entrar a una facultad y escuchar una clase que le interese, sin necesidad de estar “inscripto” en carrera o materia alguna. Desde ya, casi nadie lo hace. Muchos no lo harán porque en efecto no les interesa, y no tienen por qué hacerlo. Pero otros muchos no lo saben, o aún sabiéndolo no se animan, así como los miembros de las clases populares raramente se animan a entrar a los conciertos gratuitos del Teatro Colón (si es que aún existen: no lo sé). La sociedad de clases levanta barreras culturales invisibles pero infranqueables ante la conciencia de aquellos/as que presuponen que no “pertenecen” a esos espacios. Y bien: ahora saben –y habría que sacar conclusiones al respecto– que la universidad pública (pero es solo un ejemplo: que todas las “instituciones públicas”) les pertenecen. Y no únicamente (que ya sería bastante) porque son ellos, los ciudadanos/as, los que las sostienen con sus impuestos, sino porque –aunque en general esto ocurra de manera no consciente– es la sociedad la que las ha construido y reconstruido una y otra vez, muy trabajosamente, y a veces sufriendo extrema violencia. No tiene por qué, pues, sufrir esa otra violencia ideológica, consistente en que ciertas fracciones de las clases dominantes les secuestren esa construcción institucional, haciéndoles creer que cosas como la educación, la salud, la vivienda o, para decirlo todo, la política y el Estado mismo son graciosas concesiones que arroja desde el cielo algún demiurgo todopoderoso. Y eso para no mencionar que, en nuestro actual contexto político, tales “arrojos”, aún con la cuestionable filosofía a la que responden, son menos que inexistentes: al contrario, el único “plan” (o “modelo”, o “proyecto”) que se distingue borrosamente, es el de hacer desaparecer hasta el trabajo que la sociedad se ha tomado para aquellas construcciones. Por eso, sacar la universidad a la calle no fue solamente –como si fuera poco– una demanda multitudinaria de justicia para el salario docente y no docente, el presupuesto educativo, el boleto estudiantil, la situación de barbarie de los “ad honorem”, y así siguiendo. Fue también, y tal vez descubramos que fue sobre todo, un llamado de atención sobre la dignidad de la lucha de cada uno y cada una de los sujetos sociales para que las denominadas “instituciones” sean auténticamente instituidas por la sociedad en su conjunto en su carácter “público”. Quizá –permítaseme esta módica utopía– algún día lleguemos a una sociedad donde todos y todas quieran participar, de una u otra manera, en una clase pública. Cuando ello suceda, habremos vuelto todos a la “política grande”.
* UBA.

viernes, 13 de mayo de 2016

Hoy viernes 13 no hay clases

Debido a la medida de fuerza impulsada por las gremiales docentes, hoy no habrá clases de Semiología. Nos encontraremos el martes 17 para llevar a cabo la clase de repaso para el parcial del viernes 20.

martes, 10 de mayo de 2016


viernes, 6 de mayo de 2016

Universidad, igualdad y desarrollo


 Por Julián Dércoli *

Durante el último tiempo, los diarios de mayor tirada dedicaron una serie de notas a la problemática universitaria. Podemos agrupar esos artículos en dos bloques. El primero contiene notas que denuncian favoritismo y desmanejos fruto de la intervención de “la política”. El segundo bloque se caracteriza por cuestionar principios básicos de nuestro sistema, tales como la gratuidad y la capacidad de la universidad para garantizar la inserción laboral y el desarrollo. Ambos bloques comparten una misma cosmovisión: la universidad ya no es lo que era, ya sea porque la política se entrometió en los claustros y esto la pervirtió, o porque el sistema universitario se presenta como anquilosado ante un mundo nuevo “más dinámico”.
Los argumentos que esgrimen las notas del primer bloque son fácilmente rebatibles. La denuncia de la intromisión de la política como elemento perverso en la vida universitaria ha sido un elemento constitutivo de las interpretaciones hegemónicas de nuestra historia, contra el cual es necesario discutir, ya que afirma una perspectiva en la cual los mayores “éxitos” de la universidad se produjeron cuando no se metió en el medio “la política”. Estas interpretaciones están sostenidas sobre el pretendido ascetismo de la ciencia y la universidad, que concluye en una falsa dicotomía entre política y calidad educativa, una de las aristas de la dicotomía fundante del liberalismo criollo: civilización o barbarie.
El rasgo destacable de los artículos enmarcados en el segundo bloque es que plantean la necesidad de una modernización de las universidades. El cinismo de sus argumentos radica en que proponen elementos de individualización y privatización del sistema como claves para avanzar hacia una mayor igualdad y efectividad. Un ejemplo de esto es el artículo “¿Gratuidad es sinónimo de igualdad?”, publicado por La Nación. Su punto de partida es que la ausencia de un arancel implica una “gratuidad indiscriminada” que no “asegura la permanencia y la graduación”, razón por la que la inversión del Estado en educación superior finaliza en la apropiación de este beneficio por una minoría que se gradúa. Por eso, concluye que el desarancelamiento es un gasto ineficiente por parte del Estado, y propone que “paguen los que puedan” o “cobrarles a los graduados”. En otros casos se proponen “rigurosos” exámenes de ingreso, que descartan la posibilidad de la igualación social por intermedio del proceso educativo.
Es menester aclarar que nuestras universidades son desaranceladas, desde 1949, porque el Estado comprendía a la educación superior como una herramienta para contribuir al desarrollo del país, y para esto era necesario que accedieran las mayorías sin distinción económica. De esta forma se ampliaría la cantidad de cuadros profesionales y técnicos necesarios para el desarrollo nacional. En esta concepción, el beneficiario de la educación superior no es el individuo, sino el conjunto de la sociedad.
Ahora bien, el desarancelamiento no es sinónimo de permanencia y graduación en sí mismo, por eso el anterior gobierno promovió una mayor inversión en materia de becas y distintos programas de inclusión educativa, que, junto con el esfuerzo de las universidades nacionales, permitió el incremento del número de graduados, así como un cambio positivo en la tasa graduados-ingresantes (ver los anuarios estadísticos de la SPU y los informes del CEA 5 y 12).
Por otro lado, podemos coincidir al menos parcialmente, en que nuestra formación universitaria se encuentra desfasada con respecto a las demandas sociales y económicas. Esto se vincula con la cultura del aislamiento entre universidad, Estado y sociedad predominante en nuestra historia. Entendemos que es una relación a modificar en base a una estrategia de desarrollo nacional y no en función de las propuestas del mundo privado, ya que si esta demanda es resuelta por el mercado lo que se logrará es una segmentación de los circuitos educativos, perpetuando las diferencias de clase existentes en la sociedad.
Quienes queremos una Argentina desarrollada y socialmente justa, entendemos a la universidad como una de las herramientas para construir ese desarrollo. Otros proyectos políticos desestiman el papel del Estado y de la universidad, por eso buscan atacarlo esgrimiendo móviles de “eficacia y efectividad”. Desde esta supuesta racionalidad universal pretenden impugnar a las universidades nacionales, cuando un análisis de nuestro pasado reciente muestra que, con políticas activas, las universidades pueden corregir las tendencias negativas que las atraviesan. En otras palabras, aquello que se presenta como racionalidad universal no es más que el fruto de intereses de los negocios educativos privados por quebrar la hegemonía que tienen nuestras universidades en la formación superior.
* Autor de La política universitaria del primer peronismo; docente y no docente de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

jueves, 5 de mayo de 2016

BAJTIN

Este linguista ruso elabora una teoría sobre el carácter dialógico del lenguaje en un intento por fundar una linguística del habla, internándose en un objeto de estudio que Saussure no abordó. Para ello produce la noción de enunciado, limitado por su género de discurso, siempre orientado hacia un interlocutor y atravesado por valoraciones histórico-ideológicas. De esto se desprende una teoría de las relaciones humanas, para la cual es la mirada del otro la que otorga sentido a la propia existencia de un sujeto y la completa. En el diálogo, la voz de ese otro constituye a su semejante a través de la palabra propia, configurando una mirada donde el sujeto se reconoce en el otro tanto en las afinidades como en las disidencias. Bajtín plantea que el carácter dialógico del lenguaje puede ser ahogado o disimulado por un uso de carácter autoritario y monológico.


Los discursos que se producen cotidianamente en cada situación de la vida están configurados por ciertas pautas generales socialmente establecidas que forman tipos de discursos. A estos tipos generales Bajtín los denomina "géneros discursivos" definidos como conjuntos estables de enunciados que dependen de cada esfera de la actividad humana, caracterizados por una composición, estructura u orden del material discursivo, un estilo o recursos gramaticales y léxicos y un tema o contenido. En otros términos, cada esfera de la praxis produce un uso concreto de la lengua, con tipos estables de enunciados que al encadenarse entre sí, conforman la discursividad.

Bajtín clasifica a los géneros en simples o primarios, cuando se trata de comunicaciones directas, espontáneas y presenciales como las cotidianas (conversaciones familiares, diálogos de trabajo); y géneros compuestos o secundarios cuando la comunicación es indirecta, requiere de tecnología y el discurso se reelabora mediante la utilización de géneros primarios (conferencia, novela, investigación científica, medios masivos).

Este autor plantea que el signo no sólo refleja un sentido sino que refracta sentidos, es la “arena” donde transcurre el combate social entre intereses económicos y culturales. Una palabra viva no es un sonido-lugar en una estructura, un hecho de la lengua: las palabras no son neutras y sin connotación afectiva, moral o política, sino que constituyen hechos del habla, parte del torrente de la vida. Para Bajtín, a diferencia de Saussure, el signo no es una abstracción definida por una posición y diferencia asociado a un fonema, sino un hecho material, concreto e histórico.

en defensa de la universidad publica gratuita laica

La UBA se pone de pie en defensa del derecho a la educación superior. No es con visiones monetaristas y neoliberales que se podrá construir un futuro digno para el país y las futuras generaciones de argentinas/os (hayan nacido donde hayan nacido). Es con sustento a la legítima aspiración de igualdad y dignidad para el conjunto de su pueblo. No hay futuro sin educación pública, abierta, gratuita. No se trata de achicar, se trata de ampliar, de favorecer las condiciones para el acceso creciente de todas/os a la universidad. Y con universidades del mayor nivel de calidad que seamos capaces de producir. Educación de primera para todas/os. Los universitarios tenemos una importante responsabilidad en eso, pero si nos sacan el presupuesto y nos reducen los salarios reales, vamos para atrás. Queremos caminar con el conjunto de las universidades públicas y de la comunidad educativa en este reclamo. Acompañanos firmando el petitorio en 
http://www.ubadepie.com.ar/