sábado, 27 de abril de 2013

Pautas para preparar y rendir un examen universitario


A) Preparación previa al examen

1. Leer los textos con suma atención. Volver hacia atrás (releer) si algún concepto o párrafo no fue entendido. En caso de ser necesario, recurrir a un diccionario de linguistica, semiología, ciencias humanas o a alguna otra fuente bibliográfica, incluso a este blog. Contestar por escrito las preguntas de la guía de estudio. Chequear en clase las respuestas realizadas, así como comentar con los compañeros de comisión las respuestas llevadas a cabo.
2. No se debe estudiar únicamente de los apuntes de clase ni de resúmenes, y menos aun de los de un compañero o los que figuran en páginas web, sino que debe estudiarse de la bibliografía indicada, puesto que los apuntes y resúmenes representan solo una parte del proceso de estudio.
3. Si se busca información adicional en la web, siempre conviene chequear con otras fuentes el contenido obtenido. No todo lo que en ella circula es de origen confiable en términos académicos.

B) Durante el examen

1. El parcial debe escribirse en negro o azul. Los demás colores se utilizan para la corrección del docente.
2. Al inicio del examen deben colocarse ciertos datos en la primera hoja: apellido, nombre, comisión, docente, nombre de la materia, nº de parcial, tema, fecha. Esta información debe diferenciarse del resto del escrito. En el resto de las hojas, consignar solamente apellido y nombre.
3. Leer atentamente las consignas. Prestar atención a los verbos introductorios como: desarrollar, explicar, comparar, resumir, ejemplificar, etc. ya que no son sinónimos, cada uno de ellos supone un tipo de respuesta diferente.
4. Numerar las páginas entregadas, por ejemplo: 1/3, 2/3, 3/3. Si es posible, abrocharlas. La última página debe firmarse con aclaración.
5. Responder solo lo que la pregunta solicita. No responder por “nombre del autor”, es decir, no escribir, por ejemplo, todo lo que se sabe de Roland Barthes, sino limitarse a lo solicitado en la consigna. Si la respuesta no contiene lo solicitado, por más que el contenido sea correcto se podrá considerar la respuesta como “no pertinente”.
6. No utilizar abreviaturas, salvo las que estén convencionalizadas, como por ejemplo: etc.
7. No responder solo con gráficos, cuadros sinópticos o flechas. Estos no reemplazan al texto, simplemente lo ilustran.
8. Cada respuesta es un texto autónomo, es decir, debe poder leerse y comprenderse fuera del contexto parcial. No debe necesitar su consigna para entenderse. Por ejemplo: ¿Cómo fundamenta Peirce la necesidad de abordar el estudio del signo desde una perspectiva ternaria? Respuesta: “Peirce fundamenta la necesidad de abordar el estudio del signo desde una perspectiva ternaria explicando que…”
9. Las respuestas deben tener una estructura mínima: introducción, desarrollo y conclusión. En el ejemplo anterior, ese fragmento constituye la introducción de la respuesta. La conclusión se anuncia frecuentemente con un conector. Por ejemplo: “Por último, puede afirmarse que…”
10. Cuidar la sintaxis, la ortografía y la puntuación (las dificultades en estos aspectos no se calificarán con descuento de puntos). Se recomienda construir oraciones breves para obtener mayor claridad, ya que permiten organizar mejor el texto.
11. Respetar el uso de las mayúsculas.
12. La prolijidad y la legibilidad garantizan una buena comunicación y por lo tanto un buen parcial. Constituyen la “carta de presentación” del estudiante universitario.

C) Después del parcial

1. Recordar en qué cuatrimestre de qué año se cursó la materia y con qué docente.


Más sobre PEIRCE

¿QUÉ ES UN SIGNO? por Charles S. Peirce (1894)

§1. Esta es una cuestión esencial, ya que todo razonamiento es interpretación de signos de algún tipo. Pero es también una pregunta muy difícil, que exige una profunda reflexión.
Es necesario reconocer tres estados mentales diferentes.
Primero, imagina a una persona en un estado de somnolencia. Supongamos que no está pensando en nada más que en el color rojo. Tampoco está pensando acerca de él, esto es, no se pregunta ni se responde a ninguna cuestión sobre él, ni siquiera se dice a sí mismo que le gusta, sino que simplemente lo contempla tal y como su imaginación se lo presenta. Quizás cuando se canse del rojo, cambie a algún otro color, -por ejemplo, un azul turquesa- o a un color rosa; - pero si lo hace así, lo hará por el juego de la imaginación sin ninguna razón y sin ninguna coacción. Esto es lo más cerca que se puede estar de un estado mental en el que algo está presente, sin coacción y sin razón; se llama Sensación. Excepto en la hora en la que se está medio despierto, nadie está realmente en un estado de sensación puro y simple. Pero siempre que estamos despiertos, algo se presenta ante nuestra mente, y lo que se presenta, sin referencia a ninguna coacción o razón, es la sensación.

Segundo, imagina que nuestro soñador oye repentinamente un silbato de barco de vapor alto y prolongado. En el instante en que comienza a escucharlo, se sobresalta. Instintivamente trata de escapar; sus manos se dirigen a sus oídos. No es tanto que sea desagradable sino que ejerce gran fuerza sobre él. La resistencia instintiva es una parte necesaria de ello: el hombre no sería consciente de que su voluntad había resistido, si no tuviera la auto-afirmación de resistirse. Es lo mismo que cuando nos esforzamos frente a la resistencia exterior; si no fuera por esa resistencia no tendríamos nada sobre lo que pudiéramos ejercitar la fuerza. Este sentido de actuar y de que algo actúe sobre nosotros, que es nuestro sentido de la realidad de las cosas, -tanto de las cosas exteriores como de nosotros mismos-, puede ser llamado el sentido de Reacción. No reside en ninguna Sensación; corresponde a la ruptura de una sensación por otra sensación. Esencialmente implica dos cosas que actúan una sobre otra.

Tercero, imaginemos que nuestro soñador ahora está despierto, incapaz de evitar el penetrante sonido, se pone en pie de un salto y trata de escaparse por la puerta, que supondremos que había sido cerrada con un portazo precisamente cuando el silbido comenzó. Pero digamos que el silbido cesa en el instante en que nuestro hombre abre la puerta. Mucho más aliviado, piensa en volver a su sitio, y así cierra la puerta otra vez. Sin embargo, tan pronto como lo hace el silbido vuelve a empezar. Se pregunta a sí mismo si el cerrar la puerta tiene algo que ver con esto; y una vez más abre la misteriosa puerta. En cuanto la abre el sonido cesa. Está entonces en el tercer estado mental: está PENSANDO. Esto es, es consciente de que está aprendiendo, o de que experimenta un proceso por el que se descubre que un fenómeno está gobernado por una regla, o que tiene una manera general de comportarse que puede llegar a ser conocible. Descubre que una acción es la manera, o el medio, de producir otro resultado. Este tercer estado mental es completamente diferente de los otros dos. En el segundo había solamente un sentido de fuerza bruta; ahora hay un sentido de estar gobernado por una regla general. En la Reacción están implicadas sólo dos cosas; pero en el estar gobernado hay una tercera cosa que es un medio para un fin. La misma palabra medio significa algo que está en el medio entre otros dos. Además, este tercer estado mental, o Pensamiento, tiene un sentido de aprendizaje, y el aprendizaje es el medio por el pasamos de la ignorancia al conocimiento. Así  como el sentido más rudimentario de la Reacción implica dos estados de Sensación, también descubriremos que el Pensamiento más rudimentario implica tres estados de Sensación.

Conforme avanzamos en el tema, estas ideas, que parecen vagas la primera vez que las vislumbramos, empezarán a hacerse más y más claras; y su gran importancia se impondrá también a nuestras mentes.

§2. Hay tres clases de interés que podemos tener en una cosa. Primero, podemos tener un interés primario en la cosa por sí misma. Segundo, podemos tener un interés secundario en ella a causa de sus reacciones con otras cosas. Tercero, podemos tener un interés mediador en ella, en tanto que transmite a la mente una idea sobre una cosa. En tanto que lo hace así es un signo o representación.

§3. Hay tres clases de signos. En primer lugar, hay semejanzas o iconos; que sirven para transmitir ideas de las cosas que representan simplemente imitándolas. En segundo lugar, hay indicaciones o índices; que muestran algo sobre las cosas por estar físicamente conectados con ellas. Tal es un poste indicador, que indica la carretera a seguir, o un pronombre relativo, que está situado justo después del nombre de la cosa que pretende denotar, o una exclamación vocativa, como "¡Eh! ¡Oye!", que actúa sobre los nervios de la persona a la que se dirige y la obliga a prestar atención. En tercer lugar, hay símbolos, o signos generales, que han sido asociados con su significado por el uso. Tales son la mayor parte de las palabras, y las frases, y el discurso, y los libros, y las bibliotecas.
Consideremos estos distintos usos de las tres clases de signos más detenidamente.

§4. Semejanzas. Las fotografías, especialmente las fotografías instantáneas, son muy instructivas, porque sabemos que en ciertos aspectos son exactamente como los objetos que representan. Pero este parecido es debido a que las fotografías son producidas bajo tales circunstancias que están físicamente obligadas a corresponder punto por punto a la naturaleza. En este sentido, pues, pertenecen a la segunda clase de signos, los de la conexión física. El caso es diferente si yo supongo que las cebras son probablemente obstinadas, o animales desagradables de algún otro modo, porque parecen tener un parecido general con los burros y los burros son tercos. Aquí el burro funciona precisamente como una semejanza probable con la cebra. Es verdad que suponemos que el parecido tiene una causa física en la herencia; pero entonces, esta afinidad heredada es en sí misma sólo una inferencia a partir de la semejanza entre los dos animales, y no tenemos (como en el caso de la fotografía) ningún conocimiento independiente de las circunstancias de producción de las dos especies. Otro ejemplo del uso de una semejanza es el diseño que un artista hace de una estatua, de una composición pictórica, de una construcción arquitectónica, o de una pieza de decoración, y, al contemplarlo, puede averiguar si lo que propone será bello y satisfactorio. La pregunta realizada se contesta, pues, casi con certeza porque tiene que ver con cómo el propio artista será afectado. El razonamiento de los matemáticos resultará estar basado principalmente en el uso de las semejanzas, que son los auténticos goznes de las puertas de su ciencia. La utilidad de las semejanzas para los matemáticos consiste en que sugieren, de una manera muy precisa, aspectos nuevos de supuestos estados de cosas. En la intercomunicación las semejanzas son también bastante indispensables. Imagina a dos hombres que no hablan la misma lengua reunidos en un lugar remoto lejos del resto de la humanidad. Tienen que comunicarse, pero ¿cómo lo harán? Por la imitación de sonidos, por la imitación de gestos y por dibujos. Éstas son las tres clases de semejanzas. Es cierto que también usarán otros signos, indicaciones con los dedos, y otros parecidos. Pero, después de todo, las semejanzas serán los únicos medios de describir las cualidades de las cosas y de las acciones que tienen en mente. El lenguaje rudimentario, cuando los hombres comenzaron a hablar por primera vez, debió de consistir en su mayor parte en palabras directamente imitadoras, o en nombres convencionales que asignaban a dibujos. El lenguaje egipcio es un lenguaje excesivamente tosco.

Fue, por lo que sabemos, el primero en ser escrito, y la escritura es toda a través de dibujos. Algunos de estos dibujos llegaron a representar sonidos, -letras y sílabas-. Pero otros representan directamente ideas. No son nombres, no son verbos; son simplemente ideas pictóricas.

§5. Indicaciones. Pero los dibujos solos, -semejanzas puras-, nunca pueden transmitir la más mínima información. De este modo la figura 3 sugiere una rueda. Pero le deja al espectador la incertidumbre de si es  una copia de algo realmente existente o un mero juego de la imaginación. Lo mismo es verdadero a cerca del lenguaje general y de todos los símbolos. Ninguna combinación de palabras (excluyendo los nombres propios, y en ausencia de gestos u otras concomitancias indicativas del habla) puede transmitir la más mínima  información. Esto puede sonar paradójico; pero el siguiente pequeño diálogo imaginario mostrará hasta qué punto es verdad:

Dos hombres, A y B, se encuentran en una camino comarcal, cuando tiene lugar la siguiente conversación.

B. El propietario de esa casa es el hombre más rico de estos lugares.
A. ¿Qué casa?
B. ¿Acaso no ves una casa a tu derecha, más o menos a siete kilómetros de distancia, sobre una colina?
A. Si, creo que puedo divisarla.
B. Muy bien, esa es la casa.

De este modo, A ha adquirido información. Pero si camina hasta un pueblo distante y dice "el propietario de  una casa es el hombre más rico de esos lugares", la observación no se referirá a nada, a menos que le explique a su interlocutor cómo proceder desde donde está para encontrar ese distrito y esa casa. Sin eso no indica de qué está hablando. Para identificar un objeto, generalmente indicamos su lugar y determinamos un tiempo; y en cualquier caso debe mostrarse cómo puede conectarse una experiencia suya con la experiencia previa del oyente. Para determinar un tiempo debemos calcularlo a partir de una época conocida, -ya sea el momento presente, o el supuesto nacimiento de Cristo, o algo similar-. Cuando decimos que la época debe ser conocida, queremos decir que debe estar conectada con la experiencia del oyente. Tenemos también que calcular en unidades de tiempo; y no hay manera de saber qué unidad nos proponemos usar a menos que apelemos a la experiencia del oyente. De igual modo, no puede describirse ningún lugar a no ser por referencia a algún lugar conocido; y la unidad de distancia usada debe definirse por  referencia a alguna barra o algún objeto que la gente pueda usar realmente, directa o indirectamente, para medir. Es cierto que un mapa es muy útil para designar un lugar; y un mapa es un tipo de dibujo. Pero a menos que el mapa tenga una marca de una localidad conocida, y la escala de millas, y los puntos de la brújula, no mostraría mejor dónde se encuentra un lugar que lo que muestra el mapa la situación de Brobdingnag en Los viajes de Gulliver (1). Es cierto que si se encontrara una nueva isla, digamos en el Océano Ártico, su situación podría ser indicada de forma aproximada en un mapa que no tuviese letras, meridianos ni paralelos; ya que los trazados familiares de Islandia, Nueva Zemla, Groenlandia, etc. servirían para indicar su posición. En tal caso, nos serviríamos de nuestro conocimiento de que no hay otro lugar en el que algún ser de este mundo sea capaz de hacer un mapa de lo que tiene trazados como esos de las tierras árticas. Esta experiencia del mundo en el que vivimos hace que el mapa sea algo más que un mero icono y le confiere los caracteres añadidos de un índice. De este modo es cierto que uno y el mismo signo puede ser al mismo tiempo una semejanza y una indicación. Aun así, las funciones de estos tipos de signos son totalmente diferentes. Puede objetarse que tanto las semejanzas como los índices se basan en la experiencia, que una imagen del rojo carece de significado para una persona ciega, tanto como la de la pasión erótica para el niño. Pero éstas son realmente objeciones que ayudan a la distinción; ya que no es la experiencia, sino la capacidad para la experiencia, lo que muestran que es requisito para una semejanza; y este requisito lo es, no para que la semejanza sea interpretada, sino para que sea presentada a los sentidos. Muy diferente es el caso de una persona sin una experiencia previa y de otra con una experiencia previa que se encuentran al mismo hombre y advierten las mismas peculiaridades, que indican una historia completa al hombre con experiencia previa, pero que no revelan nada al hombre no experimentado.

Examinemos algunos ejemplos de indicaciones. Veo un hombre que se balancea al andar. Ésta es una indicación probable de que es un marinero. Veo un hombre con las piernas arqueadas con pantalones de pana, polainas y una chaqueta. Éstas son indicaciones probables de que es un jockey o algo parecido. Una veleta indica la dirección del viento. Un reloj de sol o un reloj indican la hora del día. Los geómetras colocan letras en diferentes partes de sus diagramas y luego usan esas letras para indicar esas partes. Las letras son usadas de modo similar por los abogados y por otros. De este modo podemos decir: Si A y B están casados y C es su hijo, mientras que D es el hermano de A, entonces D es el tío de C. Aquí A, B, C y D cumplen la función de pronombres relativos, pero su uso es más conveniente ya que no requiere ninguna colocación especial de las palabras. Un golpe en la puerta es una indicación. Todo lo que centra la atención es una indicación. Todo lo que nos sorprende es una indicación, en tanto en cuanto marca la unión de dos porciones de experiencia. De este modo un rayo tremendo indica que ocurrió algo considerable ocurrió, aunque puede que no sepamos de un modo preciso de qué acontecimiento se trataba. Pero puede esperarse que se conecte con alguna otra experiencia.

§6. Símbolos. La palabra símbolo tiene tantos significados que sería una ofensa al lenguaje añadirle otro nuevo. No pienso que el significado que yo le doy, el de un signo convencional, o el de uno que depende de un hábito (adquirido o innato), sea tanto un nuevo significado como un regreso al significado original. Etimológicamente significaría una cosa unida a otra, igual que el embolon (embolum) es una cosa que entra en algo, un cilindro, y el parabolon (parabolum) es una cosa que está fuera, la seguridad colateral, y el upobolon (hypobolum) es una cosa que está colocada debajo, un regalo prenupcial. Usualmente se dice que en la palabra símbolo hay que entender el unir en el sentido de conjetura; pero si ese fuera el caso, deberíamos descubrir que algunas veces, por lo menos, significó una conjetura, un significado que puede buscarse en vano en la literatura. Pero los griegos usaban con mucha frecuencia "unir" (sumballein) para significar el hacer un contrato o un acuerdo. Luego, encontramos el símbolo (sumbolon) usado antiguamente y a menudo para significar un acuerdo o un contrato. Aristóteles llama al nombre "símbolo", esto es, signo convencional. En Grecia, un reloj de fuego es un "símbolo", esto es, una señal acordada; un estandarte o una bandera es un "símbolo", una contraseña es un "símbolo", una insignia es un "símbolo"; el credo de una iglesia se llama símbolo, porque sirve como insignia o lema; una entrada de teatro se llama "símbolo"; todo ticket o cheque que le da a uno derecho a recibir algo es un "símbolo". Además, toda expresión de sentimiento se llamó un "símbolo". Tales fueron los principales significados de la palabra en el lenguaje original. El lector juzgará si son suficientes para justificar mi afirmación de que no estoy forzando seriamente la palabra al emplearla como estoy proponiendo hacerlo.

Toda palabra corriente, como "dar", "pájaro", "matrimonio", es un ejemplo de un símbolo. Es aplicable a todo lo que puede encontrarse que realiza la idea conectada con la palabra; no identifica, por sí misma, esas cosas. No nos muestra un pájaro, ni realiza delante de nuestros ojos una donación ni un matrimonio, pero se supone que somos capaces de imaginar esas cosas, y de haber asociado la palabra con ellas.

(1) El libro II de Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift se abre con un mapa imaginario de Brobdingnag que se va convirtiendo en un mapa de la costa del Pacífico Norte Americano.

(Este trabajo, compuesto probablemente a principios de 1894, fue originalmente el primer capítulo de un libro titulado "El arte de razonar", pero luego resultó ser el segundo capítulo del multivolumen de Peirce "Cómo razonar: Una crítica de los argumentos" (también conocida como "La gran lógica").] En esta selección Peirce ofrece una explicación de los signos basada en un análisis de la experiencia consciente tomando como punto de partida sus tres categorías universales. Estudia las tres clases principales de signos -iconos, índices y símbolos- y pone muchos ejemplos. Sostiene, como había hecho anteriormente, que el razonamiento debe implicar estas tres clases de signos, y afirma que el arte del razonar es el arte de ordenar signos, enfatizando así la relación entre lógica y semiótica.)

viernes, 26 de abril de 2013

Taller de lectura y escritura de Gabriela Franco

Mensaje para los alumnos de mi comisión que cursen el Taller con Gabriela Franco:

la docente solicita que le hagan llegar por mail los trabajos que tenían que entregarle el miércoles pasado. La dirección es:
  francomariagabriela@gmail.com

miércoles, 24 de abril de 2013

¿quién fue PEIRCE?


Dr. House y Ch. Peirce


De House a Peirce, aventuras de una mente brillante
Desde el filme Sherlock Holmes –y su fuente, las novelas de Conan Doyle– hasta la serie televisiva Dr. House, ponen en escena a protagonistas avezados en la lectura de ciertos indicios, ya sean huellas o síntomas. Esa peculiar forma de llegar a la verdad fue objeto de estudio de Charles S. Peirce, cuya teoría de los signos es clave para la semiótica.

por: Marcelo Pisarro

CONJETURAS.

Tanto House como Sherlock Holmes se valen de ellas en sus razonamientos.
La respuesta al siguiente interrogante podría buscarse en "Pierre Menard, autor del Quijote", el cuento de Jorge Luis Borges: ¿cómo leer, o como reescribir, a Sherlock Holmes después de Gregory House?
La última versión cinematográfica de Sherlock Holmes (2009), dirigida por Guy Ritchie, parece por momentos (muchos momentos) una versión decimonónica de la serie de televisión House M.D. (2004). Se argumentará que Holmes es anterior a House, y eso es cronológicamente incuestionable, pero a su vez Holmes es posterior a House, y esto es gramaticalmente cierto. De otra manera: aunque Jack Bauer y Jason Bourne son posteriores a James Bond, las últimas dos películas de la saga de 007 (Casino Royale y Quantum of solace, de 2006 y 2008) no pueden ser leídas sin la serie 24 ni la trilogía de Bourne.

Escribió Borges, sobre Pierre Menard: "Las cláusulas finales –ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir– son descaradamente pragmáticas". Lo son, y por eso vale recordar que por detrás de Holmes y de House, y también por delante de ambos, hay un señor llamado Charles Sanders Peirce. El semiólogo húngaro Thomas A. Sebeok comenzó su libro de 1980, You know my method. A juxtaposition of Sherlock Holmes and C. S. Peirce, con una doble cita. Holmes: "Yo nunca hago conjeturas". Peirce: "Debemos conquistar la verdad mediante conjeturas, o no la conquistaremos de ningún modo"
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Está claro que Holmes, y también House, conjeturan todo el tiempo. Lo interesante es que acierten tan seguido. La diferencia con Peirce es que si bien éste hacía conjeturas, también hacía conjeturas acerca del funcionamiento de las conjeturas. Holmes y House dicen: "Tiene una mancha de barro en el pantalón, ¡estuvo en el cementerio!". Peirce, en cambio, desarrolló un modelo teórico para explicar cómo una mancha de barro puede convertirse en índice de una visita al cementerio: cómo se convierte en signo.
Peirce fue un pensador asombroso. Su obra es compleja, heteróclita, erudita e inacabable. Hablar sobre ella "en resumidas cuentas" supone predicar a conversos. Y aún quienes se especializan en su obra, poco saben sobre sus avatares personales. ¿Y cómo leer la biografía de Peirce después de Gregory House? Al echarle un vistazo, nadie dudaría en llamar a Robert Downey Jr. para que lo interprete en la pantalla grande.

Tuvo una vida zigzagueante, marcada por malas decisiones y por una peor suerte. Fue un niño prodigio interesado en la química que leía a Richard Whately; creció en un hogar de académicos prestigiosos y ni toda su influencia pudo mantenerlo por la buena senda. Estudió geodesia, medicina, matemática, lógica, meteorología, astronomía, fotometría; abrazó a Kant, Schiller, Stöckhardt, Leibniz. Inventó el pragmatismo norteamericano, o eso se cree.

Emprendía negocios que siempre fracasaban, apoyaba la esclavitud, era zurdo, divorciado, racista. Fue un "ñoqui" estatal y lo echaron de casi todos lados. Bebía compulsivamente, era adicto a la cocaína y la morfina. Cada tanto estaba escapándose de la policía o de sus prestamistas.
Fue un bon vivant que amó la buena vida; también durmió en la calle y comió de los cubos de la basura. Editó un solo libro, Investigaciones fotométricas; terminó otros dos, inéditos. Publicó unos 75 artículos y una cantidad similar de recensiones; escribía por dinero, casi siempre escaso o mal invertido. El resto de su obra son manuscritos que, de publicarse, llenarían decenas de volúmenes. Hace casi un siglo que se intenta reunir y ordenar estos papeles, sin mayor progreso; algunos fueron recopilados en los ocho tomos de Collected Papers (los primeros seis se publicaron entre 1931 y 1935, los otros dos en 1958). Pasó sus últimos años en la pobreza, olvidado por las academias, enfermo y escondido de sus acreedores. Cuando murió, su esposa vendió los manuscritos a la Universidad de Harvard por quinientos dólares para comprar un cajón donde enterrarlo.
Y a pesar de todo, Peirce se las ingenió para trazar uno de los proyectos intelectuales más ambiciosos de la modernidad: una teoría del conocimiento fundada en una teoría general de los signos.

Predicando a conversos

La amplitud de la obra de Peirce no fue sólo reflejo de las corrientes intelectuales de época (el evolucionismo, el positivismo científico) ni de su incesante búsqueda del próximo plato de comida. En Signo, su libro de 1973, el semiólogo Umberto Eco escribió: "Ahora empezamos a comprender de qué debe tratar un libro sobre el concepto de signo: de todo". Algo que Peirce comprendía ya por entonces. No se puede pensar ni conocer sin signos. No hay vida social sin signos.

La meta de Peirce era entender cómo pensamos. Para ello se valió de una exhaustiva sistematización de las ideas, a las que encuadró en tres categorías: primeridad, segundidad, terceridad. Las ideas que entran en la categoría de primeridad son posibilidades, cualidades abstractas, "meras apariencias". A la segundidad corresponden los eventos singulares concretos, la "realidad bruta" de las cosas y los hechos. La terceridad incumbe a la representación, el orden de la razón, la ley, el hábito: el signo.

Tradicionalmente el signo se definía como una relación entre dos elementos: el signo y aquello a lo que el signo refiere. Peirce propuso un signo conformado por tres soportes (del inglés subject), que son asimismo signos. A los dos elementos existentes agregó un tercero: el interpretante. Atrás quedó la "fantasía" de Aristóteles, la "impresión" de los estoicos, la "representatio" o el "phantasma" de los escolásticos, la "imaginación" de Descartes, la "aprehensión sensible" de Spinoza, la "correspondencia" de Leibniz, la "aprehensión general" de Kant. Fue un borrón y cuenta nueva, aun cuando la noticia pasó inadvertida durante décadas. La lógica, decía Peirce, es otro nombre de la semiótica, y la semiótica tiene como objetivo el estudio de la semiosis. La semiosis es el instrumento que posibilita el conocimiento, es donde se construye la realidad de lo social. Se trata de un proceso triádico de inferencia mediante el cual a un signo (representamen) se le atribuye un objeto a partir de otro signo (interpretante) que remite al mismo objeto (que es también un signo). Este proceso es, por definición, infinito.

La semiosis está presente en todos lados, en todo momento. Como escribió el semiólogo Eliseo Verón, toda producción de sentido es social y todo fenómeno social produce sentido. Los signos no son artimañas conceptuales o imágenes acústicas que sólo están en la cabeza de la gente (como se creyó durante buena parte del siglo XX, cortesía de la tradición saussureana); son cosas empíricas, concretas, que pueden identificarse y estudiarse. Pueden ser vistos, oídos, tocados, percibidos. Caso contrario, Holmes y House perderían sus empleos.

Nacido para perder

Charles Sanders Peirce fue nieto del senador Elijah Hunt Mills y su padre, Benjamin Peirce, fue el matemático norteamericano más importante del siglo XIX. Clichés de niño prodigio: a los once escribió una historia de la química; a los doce ya tenía su propio laboratorio; a los trece cayó en sus manos Lógica de Wately, y se pasó los siguientes años dedicando dos horas al día a memorizar Crítica de la razón pura de Kant. Graduado en Harvard, y por influencia de su padre, trabajó como investigador científico en el Instituto Oceanográfico y de Geodesia durante tres décadas.

Entre 1861 y 1865 tuvo lugar la Guerra de Secesión. La familia Peirce tenía sólidos lazos con el sur, creía que la esclavitud estaba bien argumentada. En 1908 Charles S. Pierce escribió a la filósofa inglesa Victoria Welby-Gregory: "Puesto que soy un pragmatista convencido en materia de semiótica, es natural que nada me parezca tan ingenuo como el racionalismo, y que crea que el destino en política no puede darse con mayor plenitud que en el liberalismo inglés. El pueblo debería ser esclavizado; sólo los esclavizadores deberían practicar las virtudes que son indispensables para mantener su régimen". De hecho, Peirce solía apelar al siguiente silogismo para ilustrar la deficiencia de la lógica tradicional: "Todos los hombres son iguales en sus derechos políticos. Los negros son hombres. Por lo tanto, los negros son iguales a los blancos en sus derechos políticos".
Viajó a Europa. Estudió el funcionamiento del péndulo y la aceleración de la gravedad; publicó Observaciones fotométricas en 1878. Entre 1879 y 1884 enseñó lógica en la Universidad Johns Hopkins; logró reunir sólo doce alumnos por clase. Fue su único contrato con una universidad y terminó cuando lo echaron abruptamente. ¿La causa? Zina –apodo de Harriet Melusina Fay– esposa de Peirce y famosa feminista, militaba a favor de que el adulterio fuera castigado con la pena de muerte. Peirce se divorció de ella en 1883, y a los dos días volvió a casarse con Juliette Annette Froissy, a quien le llevaba veinticinco años. Zina echaba humo por las orejas y en Hopkins decidieron ahorrarse el escándalo.
El trabajo de Peirce para el gobierno resultó funesto. Malgastaba los fondos de sus misiones científicas, descuidaba o rompía los instrumentos; en un viaje a París destinó buena parte del presupuesto a un sommelier que lo instruyó sobre la variedad Médoc. Sufría períodos de estrés y permanentes colapsos nerviosos; se iba de juerga en juerga. Su padre murió en 1880 y casi de inmediato se lo pasó a retiro por incompetente. Afrontó un juicio por malversación de fondos públicos, pero fue sobreseído.

Pragmatismo y después

El pragmatismo fue la primera corriente de pensamiento auténticamente norteamericana. Más allá de las discrepancias entre autores y líneas intelectuales, sus pilares son Peirce, William James y John Dewey. Y los tres coincidían en el Club Metafísico, fundado en 1872, donde se reunían intelectuales de las más destacadas familias bostonianas. Se examinaba a Platón, Hegel, Kant; se evadía la presión de los numerosos pastores protestantes devenidos en jerarcas universitarios. Los trazos generales del pragmatismo se encuentran en "Cómo clarificar nuestras ideas" y "La fijación de la creencia", artículos que Peirce presentó en el Club Metafísico y de cuyas discusiones –aseguró– se nutrió para escribirlos. Pero algunos estudiosos han puesto en duda la importancia de este club, un poco por la ausencia de registros y otro poco por el carácter exagerado de Peirce.

Padecía de neuralgia del trigémino y facial, enfermedad que produce dolor intenso en los nervios. Usaba morfina, cocaína y éter, y no tardó en volverse adicto; lo mismo sucedió con el alcohol. Encima era zurdo, y la zurdera estaba emparentada con la locura. Zurdo, divorciado, racista, borracho y arrogante: nada de eso lo ayudaba a encontrar empleo.
"Peirce estaba siempre sin un centavo –lo describió el matemático Thomas Scott Fiske–, vivía en parte de préstamos de amigos y en parte de cualquier trabajo que conseguía, como escribir reseñas de libros. Era brillante, bajo la influencia del licor o de otra cosa".

Confiaba en que el siguiente negocio le traería fortuna inmediata. Intentó de todo: construir una planta de energía hidroeléctrica, comerciar un proceso de blanqueo de ropa, poner una escuela de lógica por correspondencia. Nada funcionó.

En 1887 compró una casa rural en Milford, Pensilvania, gracias a la herencia de su padre, donde pasó sus últimos veintisiete años. Y aunque fue en este período cuando escribió gran parte de las 80.000 páginas que acabarían en Harvard a cambio de un entierro, no fueron años fáciles (algunas de esas páginas están escritas por el frente, el dorso y los bordes, pues no tenía dinero para papel). Peirce intentó conseguir un trabajo estable en alguna universidad, pero su mala fama lo precedía. Los trabajadores que habían reformado su casa lo demandaron por falta de pago en 1894, y una sirvienta lo denunció por agresiones. Las autoridades ordenaron su arresto y estuvo prófugo tres años.

Dormía en la calle y comía donde podía; cuando volvía a su casa tenía que disfrazarse. "He aprendido mucho sobre filosofía en estos últimos años porque han sido años muy miserables y desafortunados, terribles más allá de todo lo que el hombre de experiencia común puede entender o concebir", escribió en 1897 a su amigo William James, donde aseguraba que hacía tres días que no probaba bocado. "Se me ha revelado un nuevo mundo del que yo no sabía nada, y del cual no encuentro que alguien que haya escrito sepa realmente mucho; se me ha revelado el mundo de la miseria". Con la bancarrota llegaron los embargos y los intentos de suicidio. Se la pasaba oculto en el ático para que no lo encontraran sus acreedores; estaba mal alimentado y enfermo. Murió de cáncer el 19 de abril de 1914.

El siglo XX fue el período en que la semiótica se consolidó como disciplina académica. Peirce continuó con su mala racha, aun después de muerto. En 1916 se publicó el Curso de lingüística general, de Ferdinand de Saussure, y durante los siguientes cincuenta años la lingüística y la semiología fueron estructuralistas: el signo era una construcción psíquica binaria. Hubo que esperar hasta 1960 y 1970, cuando las insuficiencias del estructuralismo se volvieron insalvables, para que el modelo peirciano emergiera de las sombras. "Gran parte de mi trabajo no será jamás publicado", reconoció en una carta a Lady Welby. "Si puedo, antes de morir, dejar accesible algo de lo que otros podrían tener dificultades en descubrir, sentiré que se me puede excusar de otras cosas".

Teniendo en cuenta lo aportado a la teoría del conocimiento, podrían perdonársele algunas cosas. Las clases de Médoc, al menos. Gregory House, descaradamente pragmático, lo entendería.


PEIRCE: guía de lectura y estudio

bibliografía en Guía de estudio

págs. 8,9 y 10 completas
pág. 11: 2.274 a 2.276 (inclusive)
pág. 12: 2.279, 2.281
pág. 14: 2.285 a 2.287 (inclusive hasta los 4 primeros renglones de pág. siguiente)
pág. 15: 2.289
pág. 16: completa
pág. 17:2.295, 2.297
págs. 18, 19 y 20 completas

martes, 23 de abril de 2013

PEIRCE


Este autor afirma que nunca ha estado en su poder estudiar nada (matemática, metafísica, gravitación, termodinámica, óptica, química, anatomía, astronomía, psicología, economía, vinos, historia de la ciencia) que no fuera considerado como un estudio semiótico.

La lengua no es el modelo de su análisis, ésta forma parte de un proceso mayor, como lo son el pensamiento y el razonamiento, que permiten reconocer la existencia de signos. Las cosas que se nombran son, antes que nada, signos que desencadenan mecanismos de razonamiento en donde “algo” se encuentra en lugar de otra cosa: un nombre ocupa el lugar de la cosa y ese nombre a su vez permite que se lo interprete, que se lo traduzca en otros signos y así sucesivamente. Para Peirce los signos determinan acciones y conductas: el significado se extrae no internamente del signo, sino externamente a partir de la acción que el signo provoca.

Este autor afirma que ningún conocimiento posee una significación intelectual por lo que es en sí mismo, sino sólo por los efectos que provocará sobre otros pensamientos. La existencia de un conocimiento no es sólo algo actual, sino que consiste en que bajo ciertas circunstancias, algún otro conocimiento pueda tener lugar (semiosis).

Es por ello que plantea que la semiótica busca explicar el universo en su extensión y mostrar qué hay de inteligible y razonable en él. Esta disciplina por lo tanto se encarga de desentrañar la afirmación (un postulado que sin embargo puede no ser completamente verdad) de que el proceso de la naturaleza y el proceso del pensamiento son similares.

Peirce plantea que hasta este punto en la evolución del mundo, todo lo que los sujetos tienen es posibilidad de un real, primeridad; nada es aún real, no hay aún segundidad. Sin embargo, la posibilidad o la potencialidad del caos, es la misma actualización, y el segundo gran paso en la evolución es que el mundo de la actualidad emerge del mundo de las cualidades: el de la segundidad es un mundo de hechos y sucesos, cuya existencia consiste en la mutua interacción de las cualidades, ahora actualizadas. Pero el mundo aún no incluye la terceridad o la ley:

La transición a un mundo de terceridad, el tercer gran paso en la evolución, es el resultado de la tendencia a adquirir hábitos, es la tendencia inherente en el mundo de los sucesos: la ocurrencia de los eventos singulares, establece una tendencia, y la recurrencia de eventos de este tipo, puede llevar a uniformidades de escala mayor (leyes), y a la emergencia de todas las uniformidades, desde el tiempo y espacio a la materia física, las leyes de la naturaleza e incluso las dinámicas de lo social, que pueden explicarse como el resultado de la tendencia universal a habituarse. Peirce consideraba esta rendición del azar y la libertad ante el hábito y la ley como el crecimiento tendiente a una concreta razonabilidad, es decir, la terceridad, aunque alertaba acerca del fin de la historia marcado por una posible cristalización del pensamiento, que se podría convertir completamente en el gobierno de la ley y sin ningún residuo de espontaneidad y creatividad (la verdadera razonabilidad concreta), planteando la necesidad de algún elemento de libertad y originalidad que persista en un universo que alcance un estado de equilibrio entre la ley y el azar.

Para este autor un signo debe cumplir ciertas condiciones para que pueda ser considerado como tal, lo que constituye la base de su teoría acerca de las categorías:
- “algo” tiene alguna cualidad y por tanto puede ser percibido;
- “algo” está en relación con algún existente, lo que constituye un hecho singular;
- “algo” debe ser comprendido o incluso traducido por “algo”, lo que origina un interpretante que articule el sentido original y la referencia: es una relación de pensamiento y su naturaleza es la de las leyes.

Primera evaluación: fecha de parcial

el primer parcial se llevará a cabo el día viernes 3 de mayo
comisión 14 310 - 17.00 hs.
comisión 14 311 - 19.00 hs.

domingo, 21 de abril de 2013

SIGNOS SEMIOLOGICOS

para seguir pensando los signos semiológicos, modos de explicación y ejemplos:
En GUIA de ESTUDIO
Las ciudades y los signos, de Ítalo Calvino,  El señor Sigma, de Umberto Eco (págs. 21, 22 y 23)
- La cocina del sentido, de Roland Barthes (págs. 52 y 53)

PEIRCE bibliografía: ruta de lectura y estudio

MODULO 1 - página 68
Vitale, Alejandra. El estudio de los signos.
presentación
capítulo 1
introducción
1.1 el signo - 1.1.1. el interpretante (NO se incluye la clasificación en a.b.c.)
1.1.1.1. el principio del pragmatismo
1.1.2. el objeto - 1.1.4. la semiosis infinita
1.3. las categorías
1.4. tipos de signos - 1.4.2. ícono, índice, símbolo (hasta inicio pág. 89)

viernes, 19 de abril de 2013

Calendario académico


Primer parcial: semana del 29 de abril al 3 de mayo.

Parcial de taller: semana del 10 de junio al 14 de junio.

Segundo parcial: semana del lunes 17 de junio al lunes 24 de junio (de lunes a lunes porque el jueves 20 de junio es feriado)


clases de consulta de semiología


clases de consulta de semiología

A cargo de la profesora Ana Pérez del Cerro, las clases de consulta serán en el aula 15 los días LUNES de 17 a 19hs., desde el día 8/4.

Los estudiantes pueden comunicarse con la profesora Ana Pérez del Cerro por correo (losdiscolos@yahoo.com.ar), con ella pueden arreglar temas y dudas antes del encuentro (no excluyente)

jueves, 18 de abril de 2013

ROLAND BARTHES


Para este autor la semiología tiene por objeto el estudio de todo sistema de signos, cualesquiera sea su sustancia, cualesquiera sean sus límites: las imágenes, los gestos, los sonidos musicales, los objetos, los discursos (la literatura, la publicidad, el periodismo, la ciencia, el cine, la fotografía, etc.) y los complejos de esas sustancias que estructuran los ritos, protocolos, costumbres o la moda, que constituyen todos lenguajes o sistemas de significación.

El sistema de la lengua es el modelo respecto del cual se miden el resto de los sistemas sociales de significación. Todo sistema semiológico se articula con el lenguaje: el sentido es nombrado, el mundo del los significados es el mundo del lenguaje. Consideradas las prácticas sociales desde este punto de vista, es posible hablar de una “gramática” de la moda, de la publicidad, etc., que se proponga el estudio de cómo se organizan los significantes en cada uno de estos sistemas.

Las imágenes y los mensajes cotidianos de la publicidad, el espectáculo, la cultura literaria y popular y los bienes de consumo, por ejemplo, son analizados como configuraciones míticas, es decir, como el resultado de operaciones ideológicas que transforman lo real, lo vacían de historia y lo llenan de naturaleza.

La función de los objetos se carga de sentido: desde el momento que hay sociedad, todo uso se convierte en signo de este uso: la utilización de un impermeable consiste en protegerse contra la lluvia, pero este uso es indisociable del signo mismo de cierta situación climática.

Las imágenes y los mensajes cotidianos de la publicidad, el espectáculo, la cultura literaria y popular y los bienes de consumo son analizados como configuraciones “míticas”, es decir, como el resultado de operaciones ideológicas que transforman lo real, lo vacían de historia y lo llenan de naturaleza.

El semiólogo debe analizar múltiples materias de la expresión que difieren entre sí. Para este autor su función consiste en descifrar los signos que en una sociedad se naturalizan o se enmascaran. Para ello trabaja con el par conceptual denotación/ connotación. El primer término puede entenderse como “designación” o “descripción”: se refiere al sentido literal, explícito de las palabras. La connotación refiere a los valores adicionales asociados al significado denotado. La información que suministra la connotación es implícita, difusa, siendo la denotación el “soporte” de ésta. Los significados de connotación constituyen la ideología, y por ello son históricos o culturales.

Barthes considera tanto a la obra literaria (popular o culta, oral o escrita), a la imagen en sus variantes fotográficas, cinematográficas y televisivas, como sistemas sígnicos cuya significación se descubre en la descripción de su estructura y que sólo admite la correlación con otros sistemas semióticos y con la dimensión social.

Sistemas sociales de significación
ejemplos de tipos de SIGNOS y sus MATERIAS EXPRESIVAS (soportes)

Sonoros: música, conversación
Gráficos: escritura, dibujo
Visuales: cine, fotografía, moda, señales de tránsito, artes plásticas
Gestuales: representación teatral, danza, comportamiento, rito, expresiones faciales y corporales.

Los tipos de signos combinan materias expresivas para producir significación.

Roland BARTHES - Elementos de semiología - recorrido de lectura y estudio

capítulo II. Significado y Significante

II. I el signo
II.1.2.
II.1.3.
II.1.4.
II.2 el significado
II.2.1.
II.2.2.
II.2.3.
II.3. el significante
II.3.1.
II.4. la significación
II.4.1 (hasta el punto 1 inclusive)
II.4.2.
II.5. el valor
II.5.2.

capítilo IV. Denotación y connotación

completo

miércoles, 10 de abril de 2013

Emile Benveniste / Modos de significancia: semiótico y semántico


La lengua combina dos modos distintos de significación: el semiótico y el semántico. El semiótico describe le modo de significación que es propio del signo lingüístico y que lo constituye como unidad. La única cuestión que un signo suscita para ser reconocido es la de su existencia y ésta se decide por sí o por no: árbol existe, orbol no. Más allá de esto, se lo compara, para delimitarlo, ya sea a significantes parecidos (pala / pata), ya sea a significados cercanos (sable / fusil). Todo el estudio semiótico, en sentido estricto, consistirá en identificar las unidades, en describir las marcas distintivas y en descubrir criterios cada vez más sutiles de distintividad.

Con el modo semántico entramos en el modo específico de significancia que es engendrado por el discurso. Los problemas que se planean aquí corresponden a la función de la lengua como productora de mensajes.

Ahora bien, el mensaje no se reduce a una sucesión de unidades que se identifican separadamente; no es una suma de signos lo que produce el sentido, es por el contrario el sentido, concebido globalmente, el que se realiza y se divide en signos particulares que los las palabras.

En segundo lugar, lo semántico se hace cargo necesariamente del conjunto de los referentes, mientras que lo semiótico es, por principio, independiente de toda referencia. El orden semántico se identifica al mundo de la enunciación y al universo del discurso.

Que se trata de dos órdenes distintos de nociones y de dos universos conceptuales se puede demostrar también por la diferencia en el criterio de validez que requiera uno u otro. El signo debe ser reconocido, el discurso debe ser comprendido.

La lengua es así el único sistema cuya significancia se articula en dos dimensiones. Los otros sistemas tienen una significancia unidimensional: o semiótica (señales de tránsito) sin semántica; o semántica (expresiones artísticas) sin semiótica. El privilegio de la lengua es comprender a la vez la significancia de los signos y la significancia de la enunciación.

Adaptado de E. Benveniste: “Semiología de la lengua”, en Problemas de Lingüística General, II.

miércoles, 3 de abril de 2013

CBC UBA Comunidad de estudiantes

 
CLASES 3 DE ABRIL
Como consecuencia de las inundaciones, surge la duda y por comentarios en internet, se sabe que están todas las sedes dando clases.
Si alguna no lo dictara, avisen vía nuestros grupos de sede y revisen ante la duda!
 
www.facebook.com/comunidadCBC

martes, 2 de abril de 2013

miércoles 3 y viernes 5 de abril

mañana retomaremos las reuniones de semiología en los talleres de lectura y escritura.
el viernes iniciaremos el trabajo en comisiones de teóricos. Para ello comenzaremos con:

MODULO 1
Para leer, subrayar y llevar dudas y preguntas:

Ferdinand de Saussure - Curso de Linguística General
Introducción
capítulo III objeto de la linguística
Primera parte
capítulo I, capítulo II, capítulo IV, capítulo V.

El estudio de esta bibliografía nos ocupará varias clases.


SAUSSURE y la LINGUISTICA


En lingüística no hay cosas ni objetos dados que puedan estudiarse desde diferentes perspectivas. A la inversa: la perspectiva es el comienzo de la delimitación del objeto de estudio (…)
Es la tarea del lingüista la que mediante un ajustado trabajo teórico –enunciación de definiciones, producción de conceptos, articulación de éstos, demarcación de niveles- conformará definitivamente el objeto propio de la lingüística (…)

Saussure postula que el lenguaje es un objeto doble cuyas dos partes se suponen recíprocamente. El juego de las dualidades opositivas atraviesa todo el campo del lenguaje, enfrentando: lo articulatorio y lo acústico; el sentido y el sentido; el individuo y la sociedad; la lengua y el habla; lo material y lo insustancial; lo paradigmático y la sintagmático; lo sincrónico y lo diacrónico, etc., de tal modo que cada uno de los términos de los diferentes pares sólo vale por su oposición al otros.Se trata de entidades o niveles relacionales, carentes de toda realidad sustancial.

José Sazbón. (1985) Saussure y los fundamentos de la lingüística.
Buenos Aires, CEAL

Más sobre Saussure

La primera preocupación de Ferdinand de Saussure es diferenciar los conceptos de "lengua " y "lenguaje". A la lengua le atribuye "el primer lugar "entre los hechos del lenguaje", al tiempo que afirma que "la lengua produce la unidad del lenguaje". Ambos conceptos venían siendo utilizados corrientemente por la lingüística clásica; no obstante su uso era equívoco. La intervención científica de Saussure tuvo por objeto determinar ciertas características estructurales que lograsen delimitar, con el correspondiente rigor, los respectivos conceptos de "lengua" y "lenguaje".

En un primer momento considera al lenguaje como totalidad, una de cuyas partes (esencial) es la lengua. Pero cuando desarrolla en qué consiste esta diferenciación entre totalidad y parte propone nuevos criterios delimitadores con calidad epistemológica. "El lenguaje -transcriben sus alumnos- es multiforme y heteróclito"; la lengua "es, a la vez, un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias, adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esta facultad entre los individuos". La inicial oposición diferenciadora todo vs. parte ha sido reconducida a la de facultad natural vs. producto social, en la medida en que lo social es una intervención en lo natural, ámbito del cual el hombre selecciona determinadas posibilidades comunicativas, fijándolas y jerarquizándolas mediante la atribución de valores y significaciones convencionalmente aceptados.

Al ir estableciendo la diferencia entre lengua y lenguaje, Saussure va construyendo un paradigma científico mediante el cual asigna a la lingüística un lugar epistemológico autónomo respecto a otros enfoques posibles de los fenómenos que analiza y de notable coherencia y exhaustividad. Lo que de tal paradigma puede derivarse no se agota en modo alguno en los desarrollos saussureanos, como lo demuestran los posteriores enfoques de la lingüística; del mismo modo continúa sugiriendo nuevas posibilidades para la identificación del cuerpo teórico de esa ciencia, la semiología, cuya importancia y extensión él percibió con singular claridad.

Ferdinand de Saussure desarrolla extensamente los caracteres de la lengua y sólo incidentalmente se preocupa de fijar determinadas características del habla. Esto es coherente con la totalidad de su pensamiento, ya que ciñe su tarea al desarrollo de una lingüística de la lengua, con total prescindencia de una lingüística del habla. Como toda proposición fundamental de una teoría científica ello contiene una estructura un tanto circular o tautológica; mal podría haber una lingüística del habla si la lingüística, en cuanto ciencia, consiste en la adopción de un particular punto de vista que crea su objeto. Esta creación acontece a partir de los datos del habla, pero no consiste en el habla; o a partir de determinados presupuestos teóricos con los que quedarán ordenados los fenómenos del habla; pero en uno y otro caso lo que se constituye es la lengua como sistema teórico capaz de dar cuenta de las observaciones empíricas correspondientes. Consciente de esta dualidad, cuida de dejar bien establecida la respectiva demarcación: "Se puede, en rigor, conservar el nombre de lingüística para cada una de ambas disciplinas y hablar de una lingüística del habla. Pero será preciso no confundirla con la lingüística propiamente dicha, aquélla cuyo único objeto es la lengua. Nos abocaremos únicamente a esta última y si, en el transcurso de nuestras demostraciones, nos proporciona luz el estudio del habla, cuidaremos de no borrar nunca los límites que separan ambos dominios". La actitud adoptada por Saussure hace que, al continuar el desarrollo de las diferencias entre lengua y habla tienda más a completar las relativas a la lengua que las que configurarían el habla, quedando estas últimas como interrogantes cuya formulación puede resultar, no obstante, fructífera para la reflexión epistemológica.
En el siguiente cuadro contrastador de caracteres trataremos de enfrentar enunciados correspondientes a la lengua y al habla, aun en aquellos casos en que Saussure no los ha enunciado expresamente; tales casos podrán identificarse porque están en su forma interrogativa.

LENGUA
-Objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos del lenguaje
HABLA
-¿Objeto indefinido en el conjunto heteróclito de los hechos del lenguaje?
LENGUA
-Aquella porción determinada del circuito donde una imagen auditiva se asocia con un concepto
HABLA
-¿Pertenece a ese mismo circuito? ¿En qué parte del circuito se instala?
LENGUA
-Parte social del lenguaje, exterior al individuo
HABLA
-¿Parte individual del lenguaje, exterior al individuo?
-¿Parte individual del lenguaje, interior al individuo?
-¿Parte social del lenguaje, interior al individuo?
LENGUA
-El individuo, por sí solo, no puede crearla ni modificarla
HABLA
-¿Puede el individuo crearla o modificarla?
LENGUA
-Sólo existe en virtud de una especie de contrato establecido entre los miembros de una comunidad
HABLA
-¿Existe con independencia del contrato?
LENGUA
-El individuo necesita un aprendizaje para conocer su funcionamiento
HABLA
-Su práctica, ¿requiere un aprendizaje?
LENGUA
-Se conserva, aun perdido el uso del habla
HABLA
-Puede perderse, conservándose la lengua
LENGUA
-Puede estudiarse con independencia del habla
HABLA
-¿Puede estudiarse con independencia de la lengua?
LENGUA
-La ciencia de la lengua sólo es posible si no se inmiscuyen otros elementos
HABLA
-¿Requiere la ciencia del habla (si es posible tal ciencia) la misma depuración?
LENGUA
-La lengua es de naturaleza homogénea
HABLA
-¿El habla es heterogénea como, según Saussure, lo es el lenguaje?
LENGUA
-Es un sistema de signos donde lo único esencial es la unión del sentido y de la imagen acústica, siendo las dos partes del signo igualmente psíquicas
HABLA
-El habla ¿es un sistema? En tal caso, ¿qué le resulta esencial? ¿Cuál es la naturaleza de los signos que la constituyen?
LENGUA
-Es un objeto de naturaleza abstracta
HABLA
-Es un objeto de naturaleza concreta
LENGUA
-Los signos lingüísticos son asociaciones ratificadas por el consentimiento colectivo
HABLA
-¿Cuáles son los signos del habla? ¿Requieren la ratificación colectiva?
LENGUA
-Son realidades que tienen su asiento en el cerebro
HABLA
-¿Cuál es la realidad de los signos del habla? ¿Cuál es su lugar pertinente?
LENGUA
-Son, por así decir, tangibles; la escritura puede fijarlos mediante imágenes convencionales
HABLA
-Sería imposible fotografiar, en todos sus detalles, los actos del habla

Las preguntas, no formuladas por Saussure, a las que hemos dado forma a partir de las afirmaciones saussureanas acerca de la lengua, poseen, en algunos casos, respuestas muy obvias; pero, en general, sirven de guía para constatar la posibilidad de una ciencia acerca del habla, así como para detectar una serie de problemas y evaluar si la semántica, conductista, lógica, generativa o praxeológica, da debidamente cuenta de ellos.

¿Cuál es el objeto al que tiende Saussure al enumerar estos caracteres de la lengua? El objeto de la lingüística no preexiste a la propia lingüística, como, según hemos visto, se encarga de dejar debidamente establecido; por el contrario, la tarea de la lingüística, en cuanto ciencia, consiste en constituirlo. Por eso Saussure no parte de un concepto de lengua dado, sino que sale, justamente, en su búsqueda. En la medida en que lo consiga habrá podido, simultáneamente, establecer la existencia de una ciencia de la lingüística. Lo que es la lengua (y, en consecuencia, lo que lleguen a ser los signos lingüísticos) deberá ser producido como efecto de significación de su propio discurso científico. Lo contrario implicaría que, al comienzo de la investigación, ya se sabía aquello que se pretendía llegar a saber.

EL SIGNO
Las fuentes teóricas de la semiología:Saussure, Peirce, Morris.
Juan Magariños de Morentin (Buenos Aires: Edicial, 1983)

SIGNO


El concepto de signo constituye la noción básica de toda ciencia del lenguaje; pero, precisamente a causa de esta importancia, es una de las más difíciles de definir. Esta dificultad se duplica porque las modernas teorías del signo procuran abarcar no sólo entidades lingüísticas, sino también signos no verbales.

Un análisis atento revela que las definiciones clásicas de signo son con frecuencia tautológicas o incapaces de aprehender el concepto en su genuina especificidad. Se admite que todos los signos remiten necesariamente a una relación entre dos relata ["relatum", en latín, significa "referido", "sugerido"; "relata" es su plural y se entiende como "cosas / entidades referidas/ sugeridas"]; pero el solo hecho de identificar la significación con la relación hace imposible distinguir entre dos planos que, sin embargo, son muy diferentes: por un lado el signo "madre" está por fuerza ligado al signo "hijo"; por el otro, lo que 'madre' designa es madre y no hijo. San Agustín propone una de las primeras teorías del signo: "Un signo es algo que, además de la especie abarcada por los sentidos, hace que otra cosa acuda por sí sola al pensamiento". Pero "hacer acudir" (o "evocar") es una categoría demasiado estrecha y a la vez demasiado amplia: presupone, por un lado, que el sentido existe fuera del signo (para hacerlo acudir hasta él) y, por el otro, que la evocación de una cosa por medio de otra siempre se sitúa en el mismo plano. Ahora bien, la sirena puede significar el principio de un bombardeo y evocarla guerra,
la angustia de los habitantes, etc.

¿El signo será acaso algo que está en lugar de otra cosa y la reemplaza? En todo caso, éste sería un reemplazo harto singular, ya que no es posible en un sentido ni en el otro: ni el "sentido" ni el "referente", como tales, podrían insertarse en el interior de una frase en lugar de la "palabra". (...) Por lo tanto, definiremos prudentemente el signo como una entidad que:
1) puede hacerse sensible, y
2) para un grupo definido de usuarios señala una ausencia en sí misma.

La parte del signo que puede hacerse sensible se llama, para Saussure, significante, la parte ausente, significado, y la relación que mantienen ambas, significación. Expliquemos uno a uno los elementos de esta definición.

Un signo existe sin duda, aunque no sea percibido; pensemos en todas las palabras de la lengua española en un momento dado del tiempo: no tienen ninguna existencia perceptible. Sin embargo, esta percepción es siempre posible.

(...) El signo es siempre institucional: en este sentido, sólo existe para un determinado número de usuarios. Este grupo puede reducirse a una sola persona (como el nudo que hago en mí pañuelo). Pero fuera de una sociedad, por reducida que sea, los signos no existen. No es justo decir que el humo es signo "natural del fuego: es su consecuencia, o una de sus partes. Sólo una comunidad de usuarios puede instituirlo como signo. El punto más discutido de la teoría se refiere a la naturaleza del significado. Se lo ha definido aquí como una carencia, una ausencia en el objeto perceptible que así se vuelve significante. Esta ausencia equivale, pues, a la parte no sensible; quien dice signo debe aceptar la diferencia radical entre significante y significado, entre lo sensorial y lo no sensorial, entre presencia y ausencia. El significado, diremos tautológicamente, no existe fuera de su relación con el significante -ni antes, ni después, ni en otra parte-; un mismo gesto crea el significante y el significado, conceptos que son inconcebib!es el uno sin el otro. Un significante sin significado es simplemente un objeto, es pero no significa; un significado sin un significante es indecible, impensable, es lo inexistente. La relación de significación es, en cierto modo, contraria a la identidad consigo misma; el signo es a la vez señal y ausencia: originariamente doble.

Deben considerarse dos aspectos complementarios de todo significado. El primero, de alguna manera vertical, nos es revelado en la relación necesaria que el significado tiene con el significante; esta relación indica el lugar del significado, pero no nos permite identificarlo positivamente: es lo que falta al significante. El segundo, que podríamos representar como horizontal, consiste en la relación de ese significado con todos los demás, en el interior de un sistema de signos. Esa determinación es igualmente "negativa" (como dice Saussure, lleva a "ser lo que los demás no son"; sería más exacto llamarla "relacional"), pero se produce en el interior de un continuum, constituido por el conjunto de los significados que forman un sistema (no se explica la relación de este continuum designándolo con nombres tales como "pensamiento", "conceptos", "esencia", etc., cosa que, sin embargo, no dejaron de hacer muchos filósofos y psicólogos). Tanto en un caso como en el otro, se llega al significado por el signo: en ello reside la dificultad principal de todo discurso sobre el signo. El sentido no es una sustancia cualquiera que podríamos examinar independientemente de los signos donde la aprehendemos; no existe sino por las relaciones de que participa.

(O. Ducrot y T. Todorov, Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, México, Siglo Veintiuno, 1974, pp. 121-123)


La palabra, nuestra morada


El filósofo Martin Heidegger plantea que la palabra es la morada donde habita el ser de las personas y que son los pensantes y los poetas los vigilantes de esa morada, en tanto ellos en su decir, son los que hacen hablar a la palabra y la conservan en el habla. El pensar obra en cuanto piensa. El pensar se deja interrogar, se consuma en este dejarse. Para este filósofo el pensar y el amar se conjugan. El pensar “es”, y esto quiere decir lo mismo que se ha hecho. “Hacerse”, en su esencia -de una cosa o persona- significa amarla, quererla, y lo que uno“quiere”, es capaz de hacerlo. Este “amar” o sea este “capaz de” es la propia esencia de la capacidad, que no sólo puede realizar esto o aquello, sino que puede dejar que algo sea en su originalidad, esto es, que pueda dejar que sea.